No sé por qué Tommy, siendo un tipo reservado para sus cosas, me contó esa historia. Lo cierto es que estaba muy deprimido y quería como vaciarse con quien fuera.
Nos encontramos en el lado sur del parque Enriquillo, a la sombra de unos de esos árboles deshojados. Con su cabeza baja y la voz inaudible, Tommy comenzó a contarme su historia amorosa, causante de la crisis por la que estaba pasando.
-Estoy bastante jodido, -me dijo, poniendo en su voz un tono "snob" y melodramático, tipo telenovela actual- necesito que me ayudes, por favor.
-Bueno, Tommy, cuéntame quién te tiene así...
-Es una cubana, llegó a este país casi por casualidad y...
-!Ah, ya!, anticastrista la niña, eh?- le interrumpí.
-No, no, según ella, no tiene problemas políticos en su país. Me dijo que su exilio era más bien por amor a un hombre, cubano también, que vive en Puerto Rico y tiene residencia americana. Me dijo que estuvieron separados durante tres años, esperando por la visa de ella. negada en dos ocasiones por la Oficina de Intereses en la Habana y que, en vista de eso pusieron los ojos en este país. Bueno, para no cansarte, dejamos de vernos unas dos semanas, más o menos. Ella me impresionó, no tanto por su belleza sino por esa tranquilidad espiritual que evocaba su presencia, y porque... era linda, !qué diablos!. Cuando nos volvimos a ver, nuestras miradas coincidieron en el holocausto de la razón.
-!Coño, qué fino estás! "holocausto de la razón", !jé!
-No relajes que estoy hablando en serio. Quiero decir que nos enamoramos sin saber la razón, fue así, !zas!, ?me entiendes?
Cogimos la calle José Martí, rodeando el enorme cúmulo de basuras y desperdicios expuestos en plena vía pública y llegamos a la parada de la OMSA, en la Avenida México.
Tommy continuó.
-Tú sabes como somos nosotros los dominicanos de machistas. A mí la chamaca me tenía cansado con aquello de que diz que "había venido por amor", sinceramente, me ponía que me llevaba el diablo. Me daba una cuerda esa vaina, ¿tú ves?. Porque no hacía otra cosa que hablarme de Riqui; "que Riqui esto, que si Riqui lo otro", de verdad tremenda vaina y es que él la tenía, lo que decimos nosotros, ñoñísima.
Yo estaba medio confundido con esa historia, y hasta me parecía conocida, como en un letargo, e incité a Tommy a que siguiera contándola.
-?Y lo tuyo con ella, qué?
-Nada, como te dije, nuestros corazones se dispararon y no se detuvieron hasta llegar a una de las cabañas de San Isidro. !Una locura! -quedó callado, como enquistado por el recuerdo de la muchacha.
-?De verdad? -le pregunté como acuciándolo a la continuación del relato.
-!Tremenda hembra, mi pana...! Nada, duramos así como tres meses. El tal Riqui cumplió su palabra y se la llevó para Puerto Rico hará unos quince días, pero Sandra se me ha quedado aquí...!coño!... -y se daba con ambas manos en las sienes- !aquí llevo el recuerdo de su cuerpo, de su voz, de su todo!
Al escuchar el nombre de la muchacha, sentí nublárseme el cerebro y como por inercia conectiva, o sencillamente, sin razón alguna, le pregunté a aquel hombre que sufría.
-Ah, ?ese es el problema, primo?
-Sí, ?qué me dices de todo esto?
La pregunta cayó como una piedra sobre la acera. Yo me alejaba de allí sintiendo nuevamente aquella tristeza, la misma incertidumbre, con el recuerdo de esa misma Sandra, comiéndome el cerebro.
Santo Domingo. Rep. Dominicana
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