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EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS


….……………………..Vértice superior del triángulo.........................................


Aproximadamente esto es lo que sucedió el día 22 de octubre de 1944 en Florida:

- ¿Pero se puede saber…? ¡MALDITA SEA!... ¿Dónde hostias se ha metido ese carguero?
- No lo sé señor, lo que si le puedo decir es que el mar está especialmente tranquilo.
- Eso me parece muy bien…Y A MÍ QUE DEMONIOS ME IMPORTA COMO ESTÉ EL MAR…lo siento ¿Es usted consciente de que están en juego vidas humanas?
- Por supuesto, señor…
- ¿Qué sabemos del barco?
- Es un carguero cubano, no nos han facilitado el número de personas que navegan en él, se llama Rubicon y…
- SEÑOR, señor me están comunicando que lo han localizado.
- Buuuuuffff…Por fin ¿Quién lo ha encontrado y dónde?
- Es Margarita y su equipo, van en una de las lanchas nuevas.
- Pásemela. ¿Margarita?
- Si señor.
- ¿Dónde se encuentran?
- Estamos en el mismo centro del Triángulo de las Bermudas.
- ¡MIERDA! Acérquense con cuidado, con mucho cuidado y no dejen de tenernos informados.

Al poco rato Margarita se puso de nuevo en contacto con su superior, el jefe de la guardia costera de Florida.

- Señor, siento comunicarle que esto tiene muy mala pinta, desde aquí no se ve a nadie y me da la sensación que…
- ¡Mierda! ¿Que le pasa a éste maldito cacharro? Siempre dejan de funcionar cuando más se les necesita –dijo el oficial al mando de la guardia costera.
- Señor, señor, repito, ¿Da usted su permiso para subir a bordo?
- Déjese de historias y suban de una vez, pero con mucho cuidado.

Unos minutos más tarde.

- ¿Margarita? ¿MARGARITA?
- Sí, ya va, ya va, siento decirle que no hemos encontrado a nadie.
- ¿A NADIE?
- No, es más, todo está en su sitio, como si aquí no hubiese pasado nada.
- ¿Ni un cuerpo, ni señales de algo?
- No, no, ningún cuerpo, ni vivo ni muerto, ninguna señal.
- MALDITA SEA CON EL MAR DE LOS DEMONIOS.
- SEÑOR, SEÑOR, hemos encontrado un…
- OTRA VEZ LA MALDITA RADIO…¿Se puede saber que han encontrado?
- Es un perro y parece contento de vernos, no deja de mover la cola aunque su semblante es triste, muy triste diría yo.
- Pues menudo confidente ha encontrado, como para que nos explique lo sucedido - Oyó decir Margarita mientras acariciaba al perro, único testigo del drama vivido.
- ¿Cómo te llamas Bonito? ¿Cómo te llamas? Bueno, tranquilo que ahora te daremos de comer. Hasta que no encontremos con quién dejarte te llamaré Rubicon ¿Qué te parece?



Vértice inferior izquierdo ……………………………………………………..


Unos meses después del suceso Margarita entabló gran amistad con John, un piloto de la aviación americana. Ésta fue una de las primeras conversaciones que tuvieron:

- Y así es como sin pensar en tener nunca un perro, me encontré con este fiel animal que no quiere dejarme ni a Sol ni a sombra. Siempre es el primero en subir a la lancha cuando vamos a patrullar – Le contaba Margarita a John.
- Curiosa historia. Si a mi me hubiese pasado lo que a él, creo que no subiría nunca más a nada que flotase ¿Y cómo dices que se llama?
- Aún no te lo he dicho. Le llamo Rubicon, era el nombre del carguero donde lo encontramos.
- Extraño nombre. Ven aquí Rubicon, ven, amigo.
- Parece que le caes bien.
- Sí, es simpático el perrito, no deja de menear el rabito.
- ¿Es difícil eso de pilotar?
- Ya sabes, todo se aprende practicando, pero lo que te puedo asegurar es que sientes una emoción fuera de serie.
- Imagino –dijo Margarita.
- Volviendo con lo del carguero, no entiendo cómo pueden desaparecer seres humanos sin dejar ningún indicio de nada.
- No sólo eso, no había nada que estuviese fuera de sitio, incluso toda la carga estaba intacta – explicaba la mujer mientras acariciaba el lomo del perro. Éste levantó la vista hasta encontrase con los ojos de su ama. A saber lo que habrán visto esos ojitos tan tiernos.
- Y sentido ese corazón porque si iba en el carguero seguro que Rubicon tendría amo – dijo John.
- Nadie lo reclamó y como no se separaba de mi opté por quedármelo.
- Mira.
- ¿Qué es? – preguntó Margarita interesándose por una especie de original colgante que le enseñaba John.
- Es mi amuleto de vuelo, nunca he volado sin él. Me lo regaló mi madre que en paz descanse, el día que se enteró de que iba a pilotar un avión por primera vez.
- Es precioso.
- Si. Me dijo que perteneció a mi abuelo, al parecer le dio muy buena suerte durante toda su vida.
- Pues ya sabes, nunca vueles sin él ¿Me has entendido? – le dijo Margarita a John con un semblante muy serio. N U N C A sino quieres que me enfade muy seriamente contigo.
- Te he entendido.
- No, no tengo suficiente con que lo entiendas, prométeme que nunca volarás sin él.
- Está bien, te lo prometo – dijo John un tanto molesto.
- Así me gusta señor piloto - Margarita propinó un tierno beso en los labios del hombre, cosa que sirvió para calmarlo y para que la conversación acabase bien.

Poco tiempo después Margarita y John, se fueron a vivir juntos.
Cuando llevaban unos meses viviendo en una hermosa casita de Florida, la madre de Margarita le pidió a ésta que le hiciese una visita de varios días, a lo que ella accedió después de haberlo hablado con John. Margarita sabía que su madre se encontraba muy sola después de la repentina muerte de su marido.
El 1 de diciembre de 1945 Margarita se despidió de John.

- Bueno, quedamos entonces que tú te encargas estos días de Rubicon. Ya sabes, mi madre tiene alergia a cualquier animal de más de dos patas.
- No sé que decirte, no es que no me quiera hacer cargo de él, ya sabes que lo quiero mucho, pero no sé cómo se lo van a tomar mis superiores. Además les está dando porque hagamos pruebas aéreas continuamente, quieren tenernos bien entrenados por si las moscas.
- Si sabes que Rubicon cae bien a todo el mundo que lo conoce.
- Sí, excepto a tu madre. Ya sé, ya sé, no es que no le caiga bien, es que es alérgica a todos los animales con más de dos patas – dijo John imitando la voz y gesticulando como lo hacía Margarita, por lo que los dos explotaron en grandes carcajadas y acabaron EN abrazos. De acuerdo, me haré cargo de él, ven aquí amigo que te vienes conmigo a la base.
- Cariño ¿Me ayudas a llevar el equipaje hasta el coche?
- Cómo no, princesa de los mares – dijo John en tono cariñoso aunque quedó tan cursi que consiguió que a pesar de estar despidiéndose no dejasen de sonreír en ningún momento. Se besaron largamente.
- Espero que este piloto te cuide bien, y si no lo hace, no le dejes dormir por la noche –Margarita susurró a Rubicon sin dejar de acariciarle. El perro, que intuyó que no vería a su ama en unos días, lamió su mano.


……………………………………………………… …………….Vértice inferior derecha.


El día cinco de diciembre de 1945 amanecía magnifico. El mar estaba en calma, en el cielo apenas se veían nubes. En la base aérea de Fort Lauderdale, en Florida, se respiraba tranquilidad. Ese día les tocaba alejarse cinco millas al este en línea recta, dar vuelta al norte y regresar a su base dando así por acabado el entrenamiento.
Estaban cargando cada uno de los cinco aviones Avenger TBG con combustible suficiente como para volar aproximadamente 1650 kms. Había mecánicos comprobando los motores de los aparatos, técnicos verificando las radios y los equipos de salvamento. Todo estaba en perfecto estado.
Al acabar de comer, John, junto a los otros catorce pilotos que tripularían los cinco aviones, se estaba preparando para ir hacía la pista de aterrizaje.

Poco después de ultimar los preparativos, a las dos de la tarde despegaron los cinco aviones del escuadrón. Al alcanzar la altura suficiente se colocaron en formación de vuelo. El primer avión iba al mando del famoso y experimentado teniente Taylor, veterano miembro de la marina así como gran piloto de las fuerzas aéreas americanas.
Llevaban casi dos horas de vuelo sin ningún incidente y comunicándose con la base sin problemas cuando, sin esperárselo, en la base se pudo escuchar:

- “Torre de control, torre de control, parece que nos hemos salido del trayecto fijado. Es una emergencia. Nos hemos perdido, no podemos avistar tierra.
- ¿Qué posición tienen? – Preguntaron extrañados desde la torre de control.
- No estamos seguros de nuestra posición, repetimos, no estamos seguros de nuestra posición, no sabemos si estamos sobre el Atlántico o sobre el Golfo…- pudieron escuchar en la torre de control.
- Tomen el rumbo hacia el oeste, pronto verán tierra.
- No sabemos hacia donde es el oeste, todo está mal, es muy extraño, el mar se ve raro – dijo el teniente Taylor pensativo y con el semblante preocupado.

Entonces se cortó la comunicación con los aviones, aunque por momentos se podían oír las conversaciones entre los pilotos, y, en la base no entendían qué es lo estaba sucediendo para que personas experimentadas en mil y un vuelos, hubiesen perdido la calma de aquel modo.
- Qué raro, hace un día radiante y a pesar de eso hay mucha estática – dijo uno de los radio-operadores de la torre.
- Shhhh, calla. Déjame oír lo que se dicen entre ellos, que eso nos puede dar una pista de lo que está sucediendo. - Contestó otro radio-operador.

Diez minutos más tarde se restableció el contacto, los radio-operadores podían escuchar los ruidos de los motores de los aviones, pero no las voces de los pilotos.

- Torre de control a Teniente Taylor, torre de control a teniente Taylor, comuníquenos su posición.

Nada, no llegó respuesta hasta cinco minutos más tarde cuando en la base ya se temían lo peor.

- No estamos seguros de nuestra posición, creemos que estamos a unos 360 km. al noroeste de la base. – De nuevo se cortó la comunicación con los aviones.

Al cabo de unos minutos que parecieron horas, se pudo oír:

- El mar está muy extraño, parece que sobrevolamos aguas blancas – oyeron decir en la base.

De nuevo solo se oía silencio. Intentaron ponerse en contacto, pero no había forma de conseguirlo, toda la base ya estaba en estado de alerta. Se podía casi masticar la tensión, nadie entendía lo ocurrido.
- Estamos completamente perdidos y parece que…

Otra vez se perdió la comunicación. En la base de Fort Lauderdale todo era desconcierto. Había quien no paraba de trazar posibles posiciones sobre mapas y quien calculaba la posible velocidad de los aviones durante el trayecto, también quien intentaba averiguar en qué momento se salieron de la ruta prevista. No entendían cómo era posible extraviarse en un día tan claro y espléndido.
Intentaron establecer comunicación con cada uno de los aviones, pero sin éxito.

Las horas siguientes fueron de acción frenética. La alarma había puesto en marcha a todo el personal de la base.
Un radio-Operador estimó que el último punto en que habían hecho contacto con el escuadrón, había sido a unos ciento cincuenta kilómetros al noreste de la base naval de Banana River, en la costa de la Florida. A ese punto y sus alrededores fue enviado un hidroavión, el Martin Mariner, especializado en rescate anfibio, con trece hombres a bordo. La torre de control mantuvo estrecho contacto con el hidroavión durante los siguientes minutos.
Entonces ocurrió que inesperadamente, el Martin Mariner consiguió entablar comunicación con el teniente Taylor.

- Hidroavión Martin a Avengers estamos volando hacia ustedes ¿A que altura se encuentran?

La interferencia no dejó escuchar completa la respuesta de los Avengers, pero las últimas tres palabras se oyeron perfectamente: "¡No nos sigan!" Y se perdió de nuevo la señal.
Esas tres últimas palabras también fueron captadas en la base. Desde algún lugar desconocido, los pilotos habían alcanzado a enviar un mensaje para alertar a sus compañeros. Pero, ¿de qué? Mientras tanto, la tripulación del Martin Mariner, más alerta que nunca, escudriñaba metro por metro la superficie del mar.
Durante los siguientes siete minutos, el comandante del hidroavión se estuvo comunicando con la base. Al parecer no había huellas de naufragio en la zona.
Pocos minutos después dejó de escucharse la señal del Martin Mariner. No había contacto en ninguno de los sentidos con su tripulación. El silencio que siguió al último mensaje nunca más fue roto. Nunca más volverían a ser vistos ni escuchados. El comandante de la base, más perplejo que nunca, dio orden de comenzar lo que sería la búsqueda más intensiva y cuidadosa llevada a cabo en mar y aire, pero también la más infructuosa.

Aquel mismo día por la tarde Margarita se encontraba en casa de su madre.

- Ven Marga, corre que por la tele está saliendo el jefe de John, parece que ha pasado algo.
- ¿Queeé? Nooo, no puede ser dijo Margarita mientras se apresuraba a llegar a la sala de estar donde su madre estaba viendo las noticias en televisión.

…Y a pesar de los múltiples intentos de ponerse de nuevo en contacto con ellos no ha sido posible saber nada más sobre los 5 aviones Avenger TBG que al mando del teniente Taylor, marinero y piloto veterano han desaparecido.
Cada uno de los aviones portaba una tripulación de tres pilotos experimentados que en ese momento se encontraban haciendo…

- Mamá me tengo que ir. Necesito saber que está pasando, no puedo perder a John ahora que he encontrado al hombre de mi vida. MALDITO TRIANGULO. NO ME LO PUEDES QUITARRRRR – gritó Margarita llorando Parecía estar amenazando a la televisión señalándola con el dedo índice levantado.
- Marga, tranquilízate. Sólo han dicho que se ha perdido la comunicación con ellos, nada más.
- ¿TE PARECE POCO? YO SÉ COMO LAS GASTA ESA MALDITA ZONA. ¿SABES CÚANTOS AVIONES, BARCOS, PERSONAS, HAN DESAPARECIDO EN ESE TRIÁNGULO DEL DEMONIO?
- Marga, por mucho que grites, no vas a conseguir nada. Bueno sí, que vengan los vecinos a llamarnos la atención.
- Lo siento, me tengo que ir. No puede estar mordiéndome el corazón…
- Pero ¿Qué estás diciendo, hija?
- Digo que no me puedo quedar de brazos cruzados esperando a que digan algo más. El tiempo de espera puede acabar conmigo.
- ¿Quieres que pongamos la radio?
- No, mamá, no es necesario, la oiré por el camino… ¡RUBICON!... Me había olvidado completamente de él.
- Y ¿A dónde vas a ir?
- A la base, por su puesto. Allí está la fuente de la noticia.
- Hija, no corras. Sea lo que sea que haya pasado, tú no puedes hacer nada. No quiero que corras peligros innecesarios ¿Puedo ir contigo? Estaría más tranquila si me de…
- Mamá, ni lo sueñes. Me pondría más nerviosa de lo que ya estoy.
- Entonces ve alternando las noticias con música.
- No te preocupes por mí. Haz fuerza mental para que mi John aparezca – dijo Margarita mientras daba un apresurado beso a su madre en la mejilla.




Margarita iba escuchando las nuevas informaciones que a cada momento llegaban a las diferentes emisoras de radio. Conducía veloz rumbo a la base aérea mientras saltaba de emisora en emisora intentando pescar las noticias más recientes. Lo que oyó en ese momento le sentó como un puñetazo en pleno rostro.

…Después de horas de intentarlo, la búsqueda de los cinco aviones Avengers a resultado inútil…Un momento. Nos pasan un comunicado de última hora, el hidroavión Martin Mariner, especialista en rescate anfibio y que salió en auxilio de los Avengers con trece personas a bordo también ha desaparecido. Por lo tanto son ya seis aviones desaparecidos que en total transportaban a veintiocho personas, asimismo desaparecidas.

En ese momento por el rostro de Margarita se abrían paso unas lágrimas amargas que sembraban de desesperación su semblante.
Tenía unas ganas enormes de abrazar a John, no podía hacerse a la idea que lo había perdido para siempre. Sentía una guerra interior. Por un lado no quería perder la esperanza, por otro, era realista y ya sabía lo que sucedía con las personas que desaparecían en el Triángulo de las Bermudas: que no se volvía a saber nada de ellas.


Unos minutos antes de que despegasen los aviones Avengers:

- ¿Quién falta? – Preguntó el teniente Taylor.
- Es John, SEÑOR.
- Póngase inmediatamente en contacto con él y hágalo venir cagando leches.
- Sí, SEÑOR. –Contestó el telefonista de la base antes de entablar conversación con John. - ¿John? ¿Qué haces que no estás en la pista? El teniente está de un humor de perros.
- Pues eso es lo que me pasa, que me ha desaparecido Rubicon.
- ¿El perro?
- Sí. No hay forma de encontrarlo. Me extraña porque ya sabes lo pegado que ha estado a mí estos días. Pero es que además me ha desaparecido mi amuleto de vuelo. Lo tenía encima de mi uniforme de vuelo y le prometí a Margarita que no volaría sin él.
- Tú mismo ¿Qué le digo al teniente?
- No lo sé, invéntate cualquier cosa, tengo que ir a buscarle, si le pasa algo Margarita no me lo perdona aunque viva siete vidas.
- De acuerdo, de acuerdo, espero que lo encuentres, suerte.
- Gracias, compañero, te debo una.
- VIENE JOHN O LO TENEMOS QUE IR A BUSCAR – gritó el teniente.
- SEÑOR, John está indispuesto, SEÑOR, le es imposible acudir a las pistas.
- De acuerdo, partiremos sin él, dígale que se mejore.
- Eso haré, SEÑOR, buen viaje, SEÑOR.


Poco después de despegar los aviones, el bueno de Rubicon apareció más contento que unas pascuas, movía el rabo de derecha a izquierda. De su boca colgaba una especie de original colgante y, mientras miraba a John complacido de que no hubiese subido al avión, poco parecían importarle las palabras algo subidas de tono que su amo le propinaba.

Margarita estaba a punto de apagar la radio cuando alcanzó a oír:

Por fin señoras y señores les podemos dar una noticia agradable, nos acaban de comunicar que uno de los cinco aviones Avengers despegó con un piloto menos, por lo que son 27 y no 28 las personas desaparecidas.

A Margarita se le encendió una pequeña lucecita de esperanza.

Al parecer, uno de los pilotos se sintió indispuesto y no subió a su avión, su nombre es…

En este punto Margarita estaba tan nerviosa que se aproximó al arcén y detuvo el coche.

…John Wilson.

Margarita sintió como si volviese a nacer. Dio gracias a las indisposiciones sin saber hasta más tarde que lo que realmente salvó a John de la desaparición fue la intuición de Rubicon.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ

Texto agregado el 26-05-2007, y leído por 119 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-05-2007 Me gustó, y la forma de narrar es excelente. sereira
 
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