No te vayas todavía.
Está solamente empezando el día en una oscuridad que nos sumerge.
Déjame abrazarte una última vez.
Te estás yendo, ¿a dónde vas? ¿volverás?
No me dejes sola en este lugar.
Sabes que no podría sobrevivir acá sin ti.

Te alejas cada vez más.
Te miro y no puedo hacer nada para retenerte.
Pienso en qué decirte y las palabras no tienen significado alguno en este lugar, en esta situación.
¿Porqué te vas? ¿acaso no te puedo ayudar?

Estamos enfermos, ambos.
Tu lo sabes.
Es por este mundo.

El abandono que sentíamos se esfumó cuando nos cruzamos por primera vez.
Ahora, ese mismo abandono vuelve cuando tu te vas.

¿Porqué lo haces si te sentirás así?
¿Prefieres luchar por tus ideales imposibles que quedarte conmigo, simplemente, viviendo?
Sabes que es imposible ganar en esta vida, no seas ridículo.
Simplemente quédate conmigo y olvídate del resto.

Inadaptado.
Quieres que el mundo se acomode a tus ideas de amor y paz; estúpidas.
Eso no sucederá.
Como muchos, tu eres el tipo de persona que adora sufrir intentando hacer el bien.
El mundo no puede cambiar.
Pronto todo acabará, ¿porqué agotar tus últimas fuerzas en cosas imposibles?
Mejor agótalas conmigo.

La soledad te gusta. No lo puedes evitar.

A diferencia de mi, quieres parecer heroico viviéndola. Quieres que la gente te recuerde y diga: “pobre tipo, luchando por lo que quería vivió y murió solo”.
Yo no quiero que nadie me recuerde. No quiero flores en mi funeral ni gente vestida de negro, llorando y comentando lo desafortunada que fui.

Ándate. Te lo ruego.
Ya no soporto tu gusto por ser pretencioso.

Así es el mundo, acéptalo.
No puedes hacer nada por cambiarlo, sólo observar el ocaso.
De nada vale pelear en la vida, siempre perderás.
Déjame sola.
Así he vivido y así he de morir.

Mi conformismo es mi enfermedad, la tuya es lo contrario.