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Nicolás se quedo asombrado al contemplar aquel objeto, él era de una naturaleza muy curiosa, trataba de recordar si alguna vez había contemplado algo como esto anteriormente.

Buscó entre sus recuerdos, en ellos había muchos objetos, pero él nunca había visto uno como este. Entonces no pudo resistir sus deseos de explorarlo, de saber cual era su uso, era algo tan extraño, se preguntaba el porque de ese color azul brillante que tanto le incomodaba, y sin embargo le era tan llamativo.

Como no tenia herramientas a su alcance, tomo un lápiz y comenzó a tocarlo, sintió lo liso de la superficie brillante, y empezó a chuzarlo esperando que algo sucediera.

Sin embargo, el objeto permanecía aun allí, inerte, y él se encaprichaba aun mas por saber de donde provenía y para que servia.

Al no tener respuestas, decidió guardarlo, sería su secreto hasta que entendiera de que se trataba. Así lo oculto durante días, pero no se contuvo, su curiosidad lo animaba, por eso en las noches, mientras todos dormían el se quedaba contemplando aquel objeto.

Para él se hizo muy importante, pero no podía soportar mas el hecho de ignorar algo tan simple como su nombre, entonces decidió bautizarlo provisionalmente, se quedo observando al objeto, para hallar el nombre correcto que se ajustara con sus características.

El objeto tenía botones o eso parecía ser, pero ninguno funcionaba, imaginaba que le faltaba energía, quizás una pila que lo activara, y primaba aquel azul plateado en un extraño material. Entonces, decidió llamarlo azulatodo, le parecía un nombre apropiado para aquel objeto N.N.

Una vez bautizado y guardado, a salvo de posibles curiosos. Pensó en lo que ocurriría si ellos llegaran a descubrirlo, de seguro buscarían artimañas para arrebatárselo.

Entonces, querrían su azulatodo y le interrogarían, lo forzarían y lo torturarían de mil maneras hasta que ahogado en el llanto, confesaría que al despertar una mañana lo había encontrado frente a su casa, y que lo había tomado sin ningún permiso, y había esperado que alguien lo reclamase, pero esto nunca ocurrió.

No le creerían, pensarían que lo había robado o que él lo había construido de una manera ilegal, quien sabe para que perversos fines.

Como sea, no podía hacerlo, se delataría, aquella mañana había roto la regla, sabía que seria castigado cruelmente por haber salido de su casa, esto no era permitido, a menos de que hubiese solicitado un permiso especial según el cual alguien tendría que acompañarlo para inspeccionar sus acciones.

Había salido de improviso de su casa, había burlado aquella alarma tilitante en la puerta, de seguro seria castigado, el sistema no lo permitiría, no podría arriesgarse.

Ese día había tomado sus alimentos, el plato era de aspecto desagradable, como siempre, todo era supuestamente balanceado, en toda su vida rara vez le había sido permitido degustar de algo nuevo, que no fuera aquella insípida masa de alimento que se suponía contenía las proteínas necesarias.

A veces le cambiaban de forma, se la daban en sopa, torta o en masa, como sea era igual de insípida, pero no podía negarse a comerla, de lo contrario violaría una regla y seria castigado, ingresaría en aquel cuarto y luego volvería con lagrimas en los ojos y con el alma en un hilo.

Trato de comportarse lo mas normal posible, sin embargo, creyó que esto había despertado sospechas ( ya no se quedaba horas enteras frente a la ventana anhelando la libertad de estar por ahí libremente, como solo lo hacían aquellos que ya habían pasado por su estado, él calculaba que aun le faltaban por lo menos siete años, para poder andar libremente).

Fue remitido al medico, este lo osculto por completo, le peso y le midió. Él se encontraba nervioso, el doctor se le quedo viendo fijamente y le pregunto:
- Algún dolor, algo que quieras decirme?
Su respiración se ajito, le sudaban las manos y atino a responder, tratando de que su voz no flaqueara:
- No.

Le hicieron ingerir pastillas, quizá con el objeto de que revelara la verdad, que confesara que tenía en su poder un azulatodo.

Cada seis horas, alguien le inspeccionaba para que tomara la droga, luego sentía sueño y dormía por dos horas.

Al despertar, se cercioraba que nadie estuviera vigilándole y sacaba de su escondite aquel aparato, que cuidaba con recelo.

De repente, escucho un ruido - ¿Qué es eso?, ¿Qué esconde ahí?- sudor, nerviosismo – Es solo un lápiz- dijo mientras lo mostraba y trataba de disimular.
-Esta seguro que no tiene nada más
-Sí
-¿Y qué hace con ese lápiz?
-Solo jugaba

Le miro dudando, sin embargo el reloj timbro, era hora de dormir, debía acostarse y cerrar los ojos fingiendo que dormía, mientras terminaba la ronda de vigilancia, pero que mas podía hacer, últimamente las pastillas le estaban provocando sueño.

Era seguro, estaban sospechando, debía deshacerse de su azulatodo, antes de que le descubrieran.

Se levanto temprano, no escucho a nadie que lo pudiera vigilar en ese momento, tomo el azulatodo, corrió sigilosamente por el pasillo, conteniendo la respiración.

Estaba a pocos metros de la puerta, todo lo que debía hacer era dejarlo en el lugar en que lo había descubierto.

Toco la puerta, y de repente una fría mano le toco la nuca, entonces no pudo hacer nada, le habían descubierto, el aparato estaba en sus manos, y él estaba a punto de salir ilegalmente.

La mujer con mirada fría, le observo y él sintió que su piel se erizo cuando le dijo:
-Por que te vas a salir, y que haces con mis Discman, te han dicho que no puedes salir, solo tienes tres años.


Texto agregado el 06-03-2004, y leído por 167 visitantes. (0 votos)


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