Dueño absoluto del mundo domeña mentes, someten sueños sus manos. Los buenos dudan de sus lemas. El mata, toma el suelo, absuelve soldados desalmados, les da mandos, les da bustos. A él no le atañen los otoños o la luna o la leña. Solamente tala muelas, suda balas de sal o sables letales, lame damas bellas, sella años. Sella años. Sella años. Late en su alma la maldad, el desdén. Mató el sol, deseó el daño, mató musas, nos talló mudos a sueldo. Eso somos, la senda del adusto. Eso sabemos, leales adulamos al astuto dueño del mundo todo, besamos sus botas, delatamos a los santos, desatamos batallas montando amuletos, dando saltos a su lado, entonando odas a sus bodas, llenando de metal sus dedos, enlodando la seda, desdentando lo ameno en desolados lutos. |