Me miré al espejo y la vi; soberbia y punzante que resulta intolerable. Mi mirada que vapuleaba la calma y la escarchas. Sin querer no te lo decía, sin querer tu lo sabías. Su destino da congoja, te provoca sufrimiento Conocimientos dispuestos, sentimientos alertas. Tu que no crees te lo digo: cuídate de andar por la calle. Porque habla y se ríe contigo, porque te cuenta sus secretos, sus andanzas y pasatiempos. Hubieras preferido vivir en otro tiempo.
Texto agregado el 26-05-2007, y leído por 81 visitantes. (1 voto)