No le pertenezco ni a los montes,
ni al océano, tampoco a los ríos y cascadas.
No le pertenezco a la noche ni al día.
No te pertenezco ni a la luz ni a las tienieblas.
A los campos y montañas.
A los paisajes ni a los desiertos.
Le pertenezco a tus ojos y a tu mirada.
Texto agregado el 26-05-2007, y leído por 87
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