Desde que parí tu flor, ya no riego el mar, sediento de fuego. Desde que desertó el naranjo de mi jardín que ya no abro la ventana. Desde que ví cómo se robaban mi orgullo, ya no me importa, desde que quise ser otra persona es que me sentencié a conocerme. Desde que pensé que el cielo de noche era una manta azul oscuro con orificios, advertí mi percepción, desde que me dije escribirte algo, no supe qué hacer, desde que repetí palabras supe que todo vale. Desde que murió mi gran amigo Randy, me hice más fuerte. Desde que nací, respiré; desde que el fuego se apaga con agua, supe de opuestos. Desde que me molestaron, supe del estado de ánimo, desde que molesté es que no quiero ser un peso. Desde la ventana de mi casa, si te pones a ver detalladamente, podés ver la ruta nacional y su tráfico. Desde el infierno nos escribe satán, desde el suelo saltan las langostas. Desde mi ropero veo a mi mamá hacer sus cosas creyéndose sola, desde ayer que no voy de cuerpo. Desde un lugar inhóspito se hospedar, desde mí frente a mi mentón hay aproximadamente quince centímetros. Desde que tiré una semilla al costado del camino y germinó supe que suelo privilegiado, desde entonces trato de pisar suave. Desde que descorché un vino, supe que lo mejor son los amigos, desde que estoy loco es que no se que hacer de todo lo que pienso, desde que se volar, no miro mas el cielo, soy parte de el. Desde que te sentiste gratificado de leerme, te interesa saber de mis nuevos aportes. Desde que no te gusté en letras, no vas a volver a leerme. Desde que “desde” se escribe haciendo un triángulo en un teclado que vas a corroborar, desde que te reíste después de comprobar, sabés que hablo de vos, desde que tu voz se me hizo familiar, que te dibujo tal cual sos, desde que el negro es negro, el blanco, blanco. Desde que se me perdieron mil abrazos, supe que la felicidad era un concepto. Desde que froté una lámpara que supe que no tenía que creer en todo. Desde que se me ocurrieron ideas supe del plasmar. Desde que tu plasma me atravesó, caí al vacío eterno. Desde que te miraste al espejo y me pronunciaste, es que yo lo supe y te esperé sentado en la mecedora comunal que la encontrás yendo a mi casa. Desde que tengo que irme, van cinco minutos. Desde que estoy retrazado, escribo más rápido, desde que te hago parte de todo esto que lo sos. Desde que te molesta la palabra “desde” que dejo vacío el espacio en donde iría, ….. que te fuiste, yo también me fui, ….. que te frustraste, que te di aliento, ….. que murió el latir de tu corazón, que se ahogaron mis ganas de vivir.
….. entonces escribo con tu suelo en mi techo.
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