Preludio
El recorrido final de mis pasos va con un cigarro que al parecer dejó de inspirarme hace mucho tiempo… el recorrido final de mi estrecha e irónica vida, viaja con la mujer de negros cabellos, que yace en mis letras y epitafios.
Es tarde y siento mis huesos crujir como hierros retorcidos, me duelen las articulaciones y cada vez me resulta mas difícil caminar sin la ayuda de un bastón.
Pero eso no importa ahora, el camino llegó a su fin y solo… esperaré la muerte que llegará a lo sumo en 4 años…
Es tarde, - pero para hablar de ella…- no tengo la fuerza ni la fe, como para mirar el cielo y suplicar perdón… los días de gloria hoy me miran desde el pasado infeliz, corriendo detrás del viento con marihuana y canciones psicodélicas, encerradas en esa torre de vida, de faldas y besos… de promesas rotas en el vinotinto de mi sangre.
Recuerdo cuando joven que en ciertas ocasiones de extrema melancolía y meditación, pensaba en lo agradable que pudiera ser el final de mis días sentado al borde de un camino con una visión mas allá del horizonte; las tejas de barro, el balcón de la que un día fue mi Julieta, un cigarro y un buen vino al atardecer, danzante ante el son cubano que ella escuchaba, serían el final perfecto de una vida llena de dudas… recuerdo que solía preguntar que tan grande puede ser el destino, como para que la mujer que siempre había querido pudiera un buen día atravesarse, mirarme y finalmente quedarse al costado derecho de mi cama… si, que épocas aquellas de juventud enamorada… creo que todavía la quiero, aunque nunca se lo dije más siempre lo supo…
El tiempo pasó y conforme idealizaba la mujer perfecta que solo veía con mis ojos, amores y corazones rotos pasaron por mi vida, dejándome entre siluetas abstractas, algunas enseñanzas que valieron dos copas y más de licor, cigarrillos, caídas, costillas partidas por un taco de billar y ojos brillantes de amigos y enemigos… un intento de asesinato y mi colección de platos rojos… rotos.
Las batallas que libré solo son parte del recuerdo que llega lentamente a mi memoria, intentando no morir en ese infierno de soledad y mala reputación… La inocencia de los años donde saltaba y conquistaba quedó en unas cuantas fotos sin color de sonrisas ciertas y falsas, al final de los caminos de verdes hojas, que caían, como la lluvia que se niega entrar en el ataúd caminante del que no camina… y en el diario de ella, escrito hasta el año pasado con letra firme y tendida, ágil ante la necesidad de contarlo todo y remarcado ante la furia de lo que solo ella sentía…la mujer de mis oscuros pensamientos.
¿Es tarde?... preguntó alguien una vez… hoy respondo… sí….
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