Tus regalos, tus recuerdos

Me has dejado entrar a tu alma,
como si en tu casa me recibieras.
Mira que al entrar aquí,
me he quedado mucho tiempo
solo viendo tus recuerdos;
como entrar en casa ajena
y dejarme cautivar
por todos los detalles
que la gente tiene.
Me ha resultado estimulante
ver tu casa y los adornos que posees
y el orden del sitio.
De pronto he descubierto
que tienes ataviadas las paredes
con cuadros míos que yo
ni siquiera imaginaba,
y me he conmovido mucho.
Quisiera decirte
que hasta las lágrimas he llegado,
pero esa es una frase que tú
ya has patentado
y a mi solo me queda decir
que se han arremolinado
las emociones en mi interior.
Te agradezco todos los detalles
que tienes con migo.
Siempre me das miedo.
Desde el principio
te he dicho lo mismo.
Tú me das miedo,
porque siento
que te preocupas tanto por mí,
que puede llegar a suceder
que sin querer,
yo lastime tus sentimientos.
O quizás te formes
demasiadas expectativas
respecto a mí,
cuando la verdad
dicha sinceramente,
mi valor no es grande.
Quizás puedan tener
mucho más valor las aves
a quienes les puedes escuchar
bellas melodías por las mañanas,
que las toscas y burdas frases
que me sacas a la fuerza a mi.
O quizás estés tirando
las perlas a los cerdos,
cuando yo no valgo los sentimientos
que has depositado en mí.
Y me refiero a tus sentimientos
como algo de gran valor,
tanto para ti como para mí,
y lo que significan.
Pero sea como sea,
quiero que sepas
que te agradezco en el alma,
todos los detalles que tienes
para con mi persona.
Me haces sentir querido.
Necesitado. Valorado.
Mi autoestima crece cada vez
que miro tus obsequios.
Dados en francas frases,
envueltos en tiernas caricias.
Y cuando me siento triste,
que a veces puede ser
muchas veces en el día,
la sensación de que en el mundo
alguien me quiere de verdad,
me hace cargar las fuerzas necesarias,
para el vivir de día con día.