Subía por las escaleras pensando en el accidente de anoche, en el baño. Subido en la boquilla del inodoro había sujetado el reloj alejandrino, dispuesto a ponerlo justo en el lugar indicado, donde no saltara a la vista a nadie, y que a su vez, él pudiera siempre tener la hora presente. Un autentico esclavo del tiempo. Entonces había resbalado y golpeado su frente justo en el tanque del inodoro; como un disparo a la cabeza, a través de su lobulo frontal, divisó a su madre, muerta hace 18 años. Absorto en sus pensamientos, con sus manos dentro de los bolsillos para protegerse del frio, seguía subiendo los cansados escalones de la comisaria.

-Con que has venido a tiempo, eh! gilipollas, ¿Qué no ves que te estoy hablando?- dijo el capitán.

Despertó de su ensimismo y lo vio. Su mirada de fría desaprobación al obeso capitán y sus habladurías groseras junto con una mueca hicieron que la ya amoratada cara de la morsa albina se pusiera lívida de furia. "Vete a follar una cabra, cochazo, que estoy haciendo tu trabajo".

-Claro que lo escuche, capitán, recibí su llamada mientras me bañaba, es por eso que me he tardado más de lo habitual. ¿Qué puedo hacer por la fuerza policial hoy?- con todo el sarcasmo escurriéndose por sus poros. "Gordo imbécil, apuesto 10 libras a que no puede amarrarse los zapatos sin sufrir una embolia".

-Tenemos un asesinado, uno de los feos. Mejor entra a ver- Ese olor, ese aroma a cigarro, sudor y pelo sucio. "¡Maldito sea!". -No queda mucho de su cara pero por lo visto el hijo de puta se tomó el tiempo para hacer sus jugarretas, el muy joto se lo enculó- "Por supuesto, envileciendo el sexo, bien hecho capitán del tercero al cuarto"

El obeso capitán lanzo las fotos a través de su escritorio viéndole directamente a los ojos, disfrutaba sórdidamente de la reacción de asco o repudio de sus subordinados. En las fotos se mostraba un hombre, o lo que quedaba de él. El asesino lo había tomado de los tobillos, y con una sierra de cocina, había cortado toda la parte de la cabeza que queda sobre la mandíbula inferior. Las imágenes inferiores mostraban los lugares donde la piel de la espalda estaba cortada, las costillas rotas y los pulmones afuera, dándole el aspecto de alas; "El águila sangrienta". La victima todavía colgaba, casi vacilándose frente a sus ojos, eternizada en las fotografías blanco y negro.

-Parece un pajarito- susurró despacio.