Parte uno El Malamen y el Danger.
Llegaron dos enviados del Señor y entraron al restaurante donde el ex gobernador y ahora senador José Peral se entrevistaba o mas bien le tiraba línea al un reportero de un diario afín a su partido. Al verlos el senador sudoroso le hizo un señal su acompañante para que se retirada. Lo que hizo en seguida. -El señor anda muy encabronado José, ya le soplaron que los gobernadores de tu pinché partido van a entrarle a los operativitos que no mas nos hacen perder el tiempo y retrasan los negocios-. Hablaba el más bravucón y fortachón de los dos mientras tomaba un pan de la mesa y lo untaba con mantequilla.
-No podíamos actuar de otra forma, tenemos que taparle un ojo al macho. Ahora que no movemos todas las cartas y los azules desde que están trepados llevan la batuta en las negociaciones con el señor, y pues les gusta armar más teatro- respondió dudoso el senador
-Pues si cabrón- balbució el enviado mas malencarado. -Ustedes tienen la culpa por pendejos si el pinche último precidencito de su partido no le hubiera querido comer el mandado al jefe y formar su propio cartel, el señor no hubiera apoyado a los azules para treparlos en la grande y así ponerles en su madre a los capitos de caricatura que se inventaron en su sexenio. Nosotros los pusimos ahí y nosotros los quitamos Posesito-.
El que hablaba era apodado el malamen, el cual parecía salido de una canción de los Tigres del Norte, fortachón bigotón y malhumorado, además que no podía articular una oración sin decir una grosería al menos. Su pareja era todo lo contrario, refinado, esbelto y muy serio y apenas esbozaba una media sonrisa al escuchar la platica entre el senador y su compañero, se le veía frió como una roca pero se sabía de su fama de arma letal a la hora de ajustar cuentas. Era conocido como el danger.
-Además los azulitos nos consultaron antes de hacer sus mamadas, lo que le saca de onda al patrón es que ustedes les hagan segunda, entre mas pendejos le entren a los operativos mas tiempo y dinero perdemos. Gran parte de los bueyes que mandan a los operativos son los que nos mueven la mercancía y con este circo nomás se la pasan guevoneando- gruño el gordo.
-Sí malamen- le dijo nervioso el senador -a nosotros también nos perjudica, tenemos que sacrificar fichas pa la foto que aunque solo sean peones pues son chambeadores, pero tenemos encima a la prensa y teníamos que entrarle al jueguito-.
-¡Sacrifican madres!- interrumpió el malamen -no han agarrado a nadie que nosotros no quisiéramos es lo único bueno de esta jalada, que nos ayudan a limpiar la casa y a barrer con la poca competencia que queda. Además ala mayor parte de la prensa esta o amaizada o amenazadita, solo hay dos o tres que se nos salen del guacal pero ya pronto les va a tocar cabrón, ya veras.-
- Pero bueno ni pedo ya la cagaron hay que aguantar vara, para su desgracia tenemos que mandar un mensaje-. Se levanto el bigotón encendiendo un cigarro y se dirigió al baño.
El danger viendo directamente a los ojos al Senador alzo una mano como dando una señal con la que entraron veinte matones que empezaron a desalojar el local y a cubrir las ventanas con plástico negro. El danger empezó a gesticular, como dirigiendo una orquesta.
Con la mirada y movimientos de mano ordeno encerrar al personal del local en la cocina amarrados boca abajo. Afuera policías a su servicio y habían bloqueado varías cuadros a la redonda. Otras dos personas entraron con un hombre desfigurado y sangrando, era el periodista con el que hablaba el senador, el danger lo remato degollándolo con el cuchillo para cortar carne de la mesa de José Peral.
El senador, que ya sudaba frío se orino al ver la acción del danger. No mames, lloraba Peral no sean cabrones mientras era sujetado por dos gorilas. En ese momento el danger cortaba el dedo meñique del senador guardándolo con otros dedos que llevaba en su portafolio.
-Tortúrenlo y mátenlo. Después dejen su cabeza en la puerta del senado y el resto del cuerpo en la sede del partido. El cuerpo del periodista desaparézcanlo. A los empleados denles un tiro en el cerebro y ahí déjenlos-. Marcó su teléfono celular diciendo de forma serena “Esta echo señor.”
En eso sale el malamen y le pregunta -¿Ya llamaste guey? -Si, asienta con la cabeza el danger. -Ta bueno, pinche mantequilla me sentó de la chingada, lastima de cabron me caía a toda madre, ni pedo pa que se eduquen los cabrones-. Salieron los dos mientras los gorilas desgraciaban el senador José Peral.
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