Mientras observaba la lluvia como golpeaba su ventana,
Tal vez pensaba en tantas cosas que una vez soñó
Pero que el tiempo se robó;
La soledad es un estado mágico inquietante
En el que se pierden lentamente las esperanzas;
¿a dónde va el amor?, ¿Por qué muere o simplemente por qué no se mantiene?

Quizá el corazón tiene deseos y ambiciones,
Quizá anhela cumplir pero la intención no le es suficiente y Al final traiciona a pesar de lo que guarda en si,

¿A quién culpar? A la distancia infinita que se interpone entre dos corazones?
O al furtivo olvido que aparece de la nada
y llena de vacíos los sentimientos?

Tal vez a la temible indiferencia
Que rasga el alma poco a poco,
La lastima y exprime su tolerancia.

Vagos pensamientos...

Y un día mas;

Mientras veía el hermoso atardecer
Intentando huir de ideas absurdas
Que rodeaban su mente y atormentaban su espíritu,

Por qué se fue aquel amante?
Y regresa la despedida,
Con aquel botón rojo en sus manos,
Con perfume desolado,
Ese beso en la frente símbolo de una petición,
De la eterna abnegación, de la espera;
Con esa mirada suspendida,
Con el aliento frío del anochecer,
Con esos pasos incapaces de retroceder;
Y una silueta perdiéndose entre la niebla
Entre las lágrimas tibias que brotaban de su interior;

Recuerdos, y el profundo deseo de volverlo a ver...

Cada día la soledad ocupaba mas espacio del permitido,
Se apoderaba de cada rincón
Que guardaba el tierno peluche,
La leyenda de amor que una vez escribió en una
Etiqueta de licor,
El mismo licor envenenando el cuerpo
Pretendiendo desvanecer en un instante
La abrumante y taciturna historia,
Parecía ser de un siglo y algo mas.

Uno y mil días... Tiempo loco que pasas
Sin ver lo que te llevas,

Ya desesperada observando la hermosa luna
Que arrullaba aquella noche,
Con una pluma en sus manos y palabras del
Corazón, plasmaba en un papel
Su carta de despedida:

Adiós, Ángel mío:
No fue suficiente el amor que sentí
No fue suficiente la sal de mi dolor
Me abandonas y dejas ante mí
Un abismo que no sabré como cruzar,
Apagas la luz de mis ojos
Destruyes mis ganas de vivir,
Te dejo mi corazón sangrante
Para que escribas su nombre
En una estrella fugaz,
Te dejo mi alma en pedazos
Para que botes sus restos al mar
Y las olas se lleven el fuego que despertaste en mi,
Te dejo el silencio
Que nunca pudiste entender,
Y con el mismo amor de nuestro primer beso
Le digo adiós a esta vida
Quédate con todo lo que
Una vez quise ser para ti y
Entiérralo junto a tu olvido
Quedará mi nombre para que lo grabes en
La cruz del desengaño
Y quedarás tú,
Por siempre en mi muerta mente... TE AMO

- Y así, entre el ebrio e inconstante
aire de oscuridad,
diluyó un sentimiento y una vida;
allí estaba, pálida y terriblemente vacía,
Murió en la espera de lo que jamás regreso.