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LA LUZ DE LA PRIMERA ESTRELLA


Vivía sólo desde hacía algunos años. Aceptó pasar unos días de verano con ellos, en la casa que tenían en un pequeño pueblo de la costa, cerca de un bonito faro al que mantenían con luz todas las noches, y que ya era más un monumento a las vidas salvadas que otra cosa. Le estaban esperando en el aeropuerto. Sólo verlo, su nieto fue corriendo hacia él para abrazarlo fuertemente. Se sintió querido. De repente pensó en otros tiempos.

Era la primera noche del abuelo en casa de su hija.

- Abuelo ¿Qué buscas en el cielo?
- La luz de la primera estrella.
- ¿Y la buscas cada noche?
- Hace años que no, pero hoy mis recuerdos me han venido a visitar.
- No sé muy bien lo que quieres decir.
- Con el tiempo lo entenderás. Es un buen maestro.
- Supongo que sí, abuelo.
- ¿Por qué me preguntabas que buscaba en el cielo?
- Porque hace algún tiempo conocí a una persona mayor, como tú más o menos, que hacía lo mismo.
- ¿De verdad? ¿Y qué fue de ella? – Preguntó el abuelo.
- Creo que cada día cuando empieza a anochecer, se le puede ver sentada al lado del faro, mirando al cielo.
- ¿Estás seguro de lo que dices?
- La he visto varias veces desde la ventana de mi habitación.
- ¿Podemos subir a ver si está?
- Claro, ven, corre, date prisa.
- Tranquilo hijo, todo se andará. – Dijo el viejo mientras empezaba a subir las escaleras que llevaban al cuarto del muchacho.
- Mira, ¿La ves allí?
- Hijo, porque me lo dices tú, que sino…Mi vista ya no es la que era. Me voy a la cama. Mañana por la noche, quizás, si hoy duermo bien, me anime a conocerla.
- Buenas noches, abuelo. – Le dijo el niño dándole un beso.
- Buenas noches, hijo.

Aquella noche el abuelo no pudo conciliar bien el sueño. Dio vueltas y más vueltas en una cama a la que su cuerpo no estaba acostumbrado. Se había olvidado de coger la almohada que siempre le acompañaba, y para postre, venían a su mente recuerdos de juventud que segundo a segundo le robaban tiempo de sueño.
Al poco de decidir que al día siguiente visitaría a la misteriosa viejecita, cayó en un sueño profundo, tan profundo, tan profundo que le tuvieron que despertar para desayunar.

Cuando el día empezó a cederle terreno a la noche el abuelo dijo a la familia que se iba a dar un pequeño paseo.

Anduvo hacia ella. Llegó después de dar un gran rodeo. La vio sentada, descansando su espalda contra el faro que ya había encendido su luz.
Se sentó cerca de la mujer sin que ella lo hubiese notado. Había buscado un ángulo en el que no pudiesen verse.

- Buenas noches. – Dijo el abuelo.
- Buenas noches. – Contestó ella sorprendida y sin poder verle.
- ¿Qué busca en el cielo? – Preguntó el abuelo.
- La luz de la primera estrella.
- Y ¿Por qué la busca?
- Porque esa luz es mía. Cada día vengo a verla.
- Perdone que le diga que se me hace raro que alguien pueda decir que una luz del cielo sea suya.
- ¿Y por qué le extraña?
- Porque esa luz es mía. – Contestó el abuelo.
- No, no puede ser suya, es mía, me la regaló hace mucho tiempo un joven.
- No sé si eso es cierto. Lo que sí que le podría afirmar es que una mujer me la regaló a mí hace ya también mucho tiempo. ¿Cómo se llamaba el joven que se la regaló? – Preguntó el abuelo.
- Si quiere que le diga la verdad, no sé su nombre, a duras penas me acuerdo de su nick.
- ¿No me diga que se la regalaron en una página web?
- Sí, así fue, él me la regaló.
- No, ella fue la que me la regaló a mí primero y yo le dije que sería para los dos.
- ¿Curioso, no? Qué pequeño es el mundo. Yo sabía que él vivía en este país…
- Sí, por el acento había notado que usted no es de aquí.- Dijo el abuelo.
- Vine hace cinco años, me traje el acento conmigo y también mis recuerdos.
- ¿Llegó a ser bailarina?
- Sí, y de las buenas.
- No hay duda, es usted. Ha pasado tanto tiempo...
- ¿Está casado?
- Soy viudo. ¿Y usted?
- Tuve muchos pretendientes, pero nunca me casé.
- Cosas de la vida. - Dijo el abuelo.
- No recuerdo qué era usted.
- Es que nunca llegué a decírselo.
- ¿Y se puede saber qué era?
- Que soy, querrá decir. Sigo siendo aprendiz de ser humano.
- ¡Qué bellas palabras! Me gustaría verlo.
- A mí no que lo hiciese, las arrugas día a día van ganándole terreno a mi piel.
- ¡Que más da eso! Acérquese. No le voy a mirar, sólo quiero cogerle la mano y comprobar por mi misma que usted existe.
- Puede llamarme de tú.
- Hazlo tú también entonces. Ven, no te voy a mirar, mis ojos buscan la luz de la primera estrella.

El abuelo fue a sentarse al lado de la mujer. Le dio la mano. Los dos buscaban su luz en el cielo.

- Qué curioso. - Empezó diciendo el abuelo.- Leí hace algún tiempo que muchas de las luces que vemos en el cielo ya no existen. Me pregunto, si es así, no estamos viendo la realidad.
- Entonces quizás tampoco ahora nosotros seamos del todo reales. Imagina que alguien en una estrella que ahora no existe, cuando existía, estaba mirando hacia donde nosotros lo hacemos. La persona habría visto la Tierra, pero sería imposible que nos viese a nosotros, porque nosotros no habríamos nacido. Sin embargo nosotros podemos ver la luz aunque el astro ya no está.
- Supongo que eso quiere decir que hay varias realidades.
- Si. Y si hay varias realidades, quizás se pueda elegir en cuál quieres vivir. – Dijo ella.
- No me gusta estar sólo. – Dijo él.
- Ni a mí tampoco.
- Y si…- Dijeron los dos a la vez.

En una casita cerca del faro de un pequeño pueblo costero.

- No sé dónde se puede haber ido el abuelo. Casi esta amaneciendo y no aparece.
- Mamá, ¿buscas al abuelo? - Dijo su hijo. - Yo sé dónde puede estar.
- ¿Y por qué no lo has dicho antes? – Preguntó la madre con cara de pocos amigos.
- Nadie me ha preguntado.
- Bueno, dejemos el tema, ¿Dónde puede estar?
- En el faro.
- Voy a buscarlo y le voy a cantar las cuarenta. Será irresponsable… ¡Lo preocupada que me ha tenido! – Iba pensando la mujer.

Cada vez que la mujer daba un paso hacia el faro, se daba cuenta de que iba perdiendo memoria y…fuerza y…sentimiento y…De repente, vida y…cuerpo y…De repente, ya no existía y…en el faro ya no había nadie.

En otra realidad o quizás la misma.

- Quiero regalarte la luz de la primera estrella de esta noche. Dijo la mujer.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ

Texto agregado el 24-05-2007, y leído por 197 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-07-2007 ahhh esta magia que viene incluida en tus cuentos!!!..jeje genial..suspiro, esperanzas, fe, no se cuanta revolucion de sentimientos y emociones generas genial... luzyalegria
 
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