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SOY EL OTRO.


Saliendo aquel día de mi examen medico anual caminaba contento. Me sentía tan bien que por momentos, pequeñas descargas de electricidad recorrían mi espalda hasta mi cabeza. Era extraño ese repentino optimismo, pues no tenía ningún motivo especial.
Seguí caminando, atravesé un parque, y al final de este, esperando que pasaran los carros para cruzar, me di cuenta del por que de mi estado de animo. El universo me estaba preparando para que fuera conciente de una simple verdad. Al decir simple quiero decir que es tan evidente que seguramente usted podrá decir:
-pero si es algo lógico, ¿por que le parece tan extraordinario?-
Y yo le podría contestar:
-! SI!; tiene usted razón, es algo lógico, y tan evidente que me sentí tentado a no escribir este ensayo, o como quiera que se llame este escrito-
Pero después pensé:
¡NO!, si fuera tan evidente nos comportaríamos de otra manera, no es tan claro como parece, y creo que solo unas pocas veces lo tenemos en cuenta.
Le contare lo que paso:
Con mi conciencia alta, gracias a mi buen humor, mientras esperaba en esa esquina para atravesar la calle, mire a mi alrededor, y vi dos imágenes que detuvieron el tiempo; ¡SI!, créame, el tiempo se detuvo, al menos para mi, y no solo se detuvo, si no que yo mismo me dividí primero en dos, y después en muchas mas partes, cada una de las cuales estaba en un espacio tiempo diferente, y rodeaban una especie de yo principal que supuse era mi alma. Lo que vi fue algo simple, lejos de lo extraordinario, pero al ver esas imágenes juntas, con mi conciencia alta, se produjo en mí ese raro fenómeno que le estoy narrando.
Ahí, parado, debajo de un árbol, mirando continuamente a ambos lados de la calle, note que en una de las esquinas había una bonita casa, con un antejardín lleno de florecidas plantas. Dentro de este, un anciano de pie, acariciaba el rostro de una mujer que asumí era su esposa. Esta, sentada en una silla dándole la espalda, cogio cariñosamente su mano y la beso. Los vi riendo, hablando, disfrutando de su mutua compañía y de la agradable brisa, que casi nunca falta a la cita de un atardecer en Cali.
- ¿De que hablarían estos dos ancianos?-, me pregunte;
-pues de lo que siempre hablan los ancianos cuando se ven de buen humor y sonrientes es de recuerdos-, me respondí. De cosas agradables, que vivieron juntos y ya pasaron. Podría ser que recordaran cuando en una lejana tarde, tan enamorados como ahora, llevaron por primera vez a su pequeño hijo, a los juegos de un parque cercano a su casa.

Si hace una pequeña reflexión seguro adivinara algo de la imagen que vi cuando mire hacia mi derecha.

La joven pareja bajo del carro. La mama era bella, me recordó a mi esposa. Tenia al niño cargado pero este ansioso viendo el columpio le exigió que lo bajara. Ella lo hizo, y este corrió a reunirse con otros dos niños que alegremente lo saludaron.
El se paro junto a ella, la abrazo y le dio un beso en la mejilla. Juntos, vieron cuando a su hijo le toco el turno de subir. El niño que empujaba el columpio era más grande, y ella nerviosa, trato de decirle supongo, que tuviera cuidado, pero el, sonriente la beso antes de que hablara. El hijo pareció darse cuenta y le agradeció a su padre con la mirada.
Después de ver esta escena camine hacia una banca y me senté; en un milisegundo viaje en el tiempo, varios años hacia el pasado. Mi mama me llevaba de la mano por la calle y cuando volteamos la penúltima esquina, el corazón se me quería salir del pecho. Ya alcanzaba a ver la cima de los árboles grandes y oía los gritos de mis amigos jugando. Era domingo en la tarde, mi tarde de juego en el parque. Cuando por fin llegue salude a mis amigos; jugamos a la guerra y me capturaron, me tire del resbalador, me monte en el columpio, en el pasamanos y en el gira gira; moleste a los perros, eleve una cometa, jugué fútbol y escondite, comí helado, aposte carreras en bicicleta, fui varios superhéroes, queme tronantes a escondidas de mi padre; encontramos un pájaro muerto. Un niño lo cogio y persiguió con el a las niñas. Una vez las defendí, otras veces me burle.
Hasta que un día de juegos igual a tantos, empecé a notar que ella buscaba estar a mi lado. La tarde se termino, pensé toda la semana en ella, y el domingo siguiente solo estuve tranquilo cuando la vi acercarse de la mano de su madre. Ambos fingimos indiferencia, ni siquiera nos saludamos. La tarde pasaba rápido y nada pasaba. Los juegos de siempre, pero yo no quería jugar, ¿que decirle? , ¿Como acercarme?, ¿que me pasaba? , ¿Que era esa sensación nueva? , si al menos le hubiera preguntado a alguien que hacer…
Hasta, que su amiguita se acerco y me dijo:
- vea niño, juliana le manda a decir que si quiere ser su novio-
- ¿donde esta ella?-
- esta en los juegos, ¿si o no? – me pregunto, con tono de ultimátum.
- si, dígale que si-
- bueno, entonces vaya, ella lo esta esperando en los columpios-
Y fui, y como era mi novia le cogí las manos, y le di un beso en la boca… y le di mas el siguiente domingo, y no solo le di besos, si no que queriendo impresionarla, le mostré lo bien que jugaba a las espadas; pero ella no se impresiono, al contrario, me miro y me dijo – vea, ¡MADURE! - y yo quede frio, y en vez de contestarle, ¿como que madure?, si solo tengo once años, deje de jugar, y cada vez jugué menos, me dieron ganas de ser grande, por que tengo claro en mi memoria, que ese día empezó el final de mi infancia.
Me podría pasar un buen rato, reflexionando acerca de lo que significo ese día. Si es alegre o triste cuando se termina la niñez y empieza la preadolecencia, si debí terminar mi pelea de espadas sin importar lo que ella dijera, o si juliana tenía razón y ya debía
“madurar.” Sin embargo, se me ocurre que tal vez dijo aquella palabra, por que sintió celos, y lo que de verdad quería, era que siguiera jugando, pero con ella. Me faltaba mucho tiempo para descubrir que las palabras de las mujeres se deben interpretar, y no tomarse al pie de la letra. Si lo hubiera sabido, mi infancia hubiera durado tal vez, un ano más.

Después del viaje no programado por mis recuerdos, hasta las tardes de juego en el parque, seguí montado en el vehículo virtual que me transportaba. Este se manejaba solo y me llevo de viaje nuevamente. Aunque el nuevo destino, estaba mucho mas cerca, curiosamente me demore lo mismo en llegar. Era el fin de semana anterior, y estaba entrando en un centro comercial con mi esposa y mi hija. Yo quería ir derecho a la sección de computadores, pero mi hijita halo mi pantalón y pregunto:
– papi, ¿me vas a llevar al jueguito?-
Lo dijo con la ingenuidad de sus dos anos; y mientras me miraba, levanto sus dos cejas, esperando mi respuesta con sincera incertidumbre. Le conteste lo único posible:
– ¡Claro mi amor!, a eso vinimos-, y mientras caminaba con mi niña cargada hacia el “jueguito”, volví a mi presente aquella tarde.

Me quede pensando en lo complejo e irreal que parece el tiempo. Muchas veces se nos hacen interminables los 45 segundos que tarda un semáforo en cambiar de rojo a verde, pero cuando el futuro se convierte en pasado, el tiempo que demoramos en evocar algo que paso hace cinco minutos o cincuenta anos es el mismo.

Sentado ahora en esta banca de parque, me convierto en observador y me doy cuenta de todas las veces que he sido las diferentes caras de la misma moneda. Una ambulancia pasa con la sirena encendida, y me veo en las dos ocasiones en que he sido yo el paciente transportado. Una mujer mira con desprecio a un mendigo que le pide una moneda, y yo recuerdo, las veces que pudiendo, me he negado a ayudar a alguien con un apuro económico, mientras se sobreponen las imágenes de las muchas veces, que un amigo me ha salvado prestándome dinero.
El pasado es un archivo de imágenes, sonidos y sensaciones, que podemos reproducir en nuestra mente en el orden que queramos. Consiente de esto, me sumerjo en un sueno en el cual, recién salido de la universidad, entro a una importante empresa con mi hoja de vida debajo del brazo. Después de una larga espera, la secretaria me dice que puedo pasar a la oficina del ingeniero a cargo. Me paro, y mientras camino me siento nervioso, pues necesito el empleo, y me gustaría mucho trabajar en aquella empresa. Cuando entro, me veo a mi mismo con unos anos mas, sentado detrás de un escritorio. La oficina es bonita, no cabe duda que me va a ir muy bien, pero en ese entonces me es imposible saberlo. Mi otro yo me saluda con indiferencia, da una mirada rápida a mi hoja de vida y me pregunta por mi experiencia laboral. Le contesto que no tengo, pues acabo de recibir mi grado. Entonces me despide, un poco arrogante, después de decirme que en el anuncio del periódico esta escrito claramente que se necesita ingeniero con al menos dos anos de experiencia.
Mi yo mas joven se marcha triste, necesita con urgencia un empleo y lleva varias entrevistas sin éxito. El otro, mi yo actual, continúa con su trabajo y rápidamente olvida la cara del joven que le quito tres minutos de su valioso tiempo. Si hubiera prestado atención, se hubiera dado cuenta que era su misma cara.
Aquel sueno, aunque algo irreal, esta lejos de ser una fantasía, pues esta hecho con dos fragmentos de mi pasado, unidos por mi mente en un presente imaginario.
El primero, de la época en que recién graduado de la universidad, empecé la dura lucha por conseguir mi primer trabajo. Fue un tiempo muy difícil, lleno de largas esperas, negativas, esperanzas rotas, necesidades y noches de insomnio; hasta que un día, después de mas de un ano de buscar, por fin se abrió una puerta.
El segundo fragmento es de mi época actual, en la cual soy jefe, tengo el trabajo que quise tener y a veces, cuando estoy muy ocupado, soy cortante con las personas que llegan con la esperanza de conseguir empleo.
Entonces, se me revela la simple verdad. Hemos estado o vamos a estar; o alguien que amamos ha estado o va a estar en la situación de la persona que tenemos al frente.
Así como una vez fui niño y ahora soy padre, también he sido el herido y el que mira el accidente; el que necesita dinero y el que lo presta; el ladrón y e l robado; el peatón y el conductor; el borracho y el que se lo aguanta; el hablador y el criticado; el que llora en el velorio y al final… sin duda seré el muerto.

La tarde se encontró con la noche mientras me alejaba del parque, haciéndome la promesa personal de tratar de verme en mi prójimo, y ser más considerado. Mi buen animo de hace un rato, había cambiado a una tristeza que rayaba en melancolía; y tal vez por esto, La vida, que nos quiere ver siempre alegres, me mando en un ultimo viaje por el tiempo. Esta vez no fue un recuerdo, fue una proyección hacia el futuro. Era un anciano, y estaba sentado con mi esposa bajo un árbol, en la finca que algún día esperamos tener. Mientras reíamos, hablábamos y disfrutábamos de la agradable brisa, que tampoco falto a la cita del atardecer de este sueño, vimos llegar el carro que estábamos esperando. Cuando se detuvo, se abrió una puerta, e inmediatamente bajaron dos niños que corrieron, y gritando ¡Abueliiiiitooosss! Se lanzaron a abrazarnos. Mi hija, convertida en una hermosa madre, se acercaba también, pero el timbre de mi teléfono me devolvió a la realidad presente.
Era mi esposa, acelere el paso mientras le contestaba, pues recordé que debía recogerla para ir donde sus padres. No los iba hacer esperar, hacia más de una semana que no veían a su nieta, y acababa de experimentar la alegría que en un rato ellos sentirían.
Por ultimo, pensé que siempre queremos aprender, pero no siempre dejamos que nos ensenen; sin embargo había prestado atención, y al menos esa tarde, fui un buen alumno en la clase del universo. Le guiñe un ojo ala vida, y le asegure que en adelante, la “simple verdad” me acompañaría.







Jimmy Arias o Alexander Laguna.



Texto agregado el 24-05-2007, y leído por 133 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-12-2009 Emotivo relato. Un poco largo. flop
20-03-2009 coincido con mr. meaney, demasiadas interlocuciones del narrador vuelven confuso el texto, vale la pena una edición somera, saludos! gomez81
17-02-2009 Al principio la idea es atrapante, pero la desprolijidad del texto hace que se nos vayan quitando las ganas poco a poco. Presentas buenos casos que con un poco de mas hilaciòn entre ellos darìan un texto muy atrapante. Una especie de jumper urbano. Vale la pena corregirlo. Muchisimos errores que distraen "por que de mi" ->"porqué","Al decir simple" --> ¿? "solo unas pocas" --> "sólo"... Etètera. De hecho creo que no hay una sóla palabra invisble al word que esté bien escrita. meaney
 
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