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“El puente de Antonio Pavan”

Me llamo Antonio, Antonio Pavan. Llegué a Venecia hace tres horas y ahora me estoy muriendo. Me muero en silencio y la vida se me va. ¡No puedo creerlo! Tenía tantos planes, tantos sueños, tantas imágenes en mi mente, tenía tantas cosas... tenía una vida...

Llegué a Venecia hace tres horas. Tres horas y diez minutos hasta ahora... Y me muero despacio, poco a poco como las flores que abraza el invierno. Cuando cierro los ojos me duele más el pecho. Es mejor si los mantengo abiertos; toda el agua que tragué pareciera que explota y quiere salir de mí. No puedo abrir los ojos y me duele más y más mi pecho. ¿Porqué muero? ¿Por qué? ¿Por Orietta? ¿Por ella? No,... no lo creo. Toda esta gente que me mira y murmura. ¡Y todas aquellas personas que me señalan desde el puente! ¿Qué quieren de mi?
No quería morir, este no era el plan. Nunca me gustó llamar la atención y ahora toda Venecia sabe que mi vida acaba aquí. ¡No me vean así!... Si sólo pudiera moverme y correr. Pero mi cuerpo no responde y estoy tan cansado que no quiero todavía cerrar mis ojos. Después de todo me duele morir. Me duele el pecho si respiro, si veo, si pienso, si hablo, si quiero reír. ¡Porqué esto me da risa! ¡Ja! ¡Llegué hace tres horas Dios mío! Y ya estoy muerto, casi muerto. ¿Que has hecho Pavan? ¡Siempre creíste que tu muerte sería gloriosa y llena de alabanzas! ¡Que tendría un gran significado! Que pena; ahora eres un ahogado más en la historia de Venecia. Así de tonto será recordado tu nombre por la historia de esta ciudad. Me duele recordar. Todo mi cuerpo siente frío. ¡Que frío tengo! Así deben sentir las flores en invierno...
¡Ah! Que bonita es Venecia cuando esta fría y nublada. Me gusta más así, fría y nublada. No podría escoger mejor tumba que ésta después de todo. Pero... ¡Voy a vivir!¡Porqué no voy a morir! Y aunque me duela, ¡ahora tengo sobrevivir! Así estaba Venecia cuando la conocí. Así era Venecia cuando vi a Orietta por primera vez. Y ahora... ¿Sabrá ella que estoy aquí? ¡Debería saberlo! ¡Pues es por ella que vine aquí otra vez! Pero,... ¡Ah! Ya me acuerdo... Ella estaba aquí...
Ella sí estaba aquí.

Como puede cambiar la vida en sólo tres horas. De la felicidad y emoción, al frío y la conmoción. De un buen plan, a un destino fatal. De la tierra y el río, de un absurdo regalo al olvido. De la persecución al resbalo y al frustrante llanto. Si, si puedo oír. ¿Por qué gritan preguntándome si puedo oír? Mi muerte habla en sus caras, no hay necesidad de mentir. Puedo ver que voy a morir así, aquí. ¡Pero no griten! ¡Todas sus voces, gritos y murmullos hacen una tormenta en mis oídos! Si tan sólo se callaran...
No me abracen que quiero morir solo. Déjenme en el suelo... Sólo cúbranme que tengo frió, mucho frió. Si voy a morir, puedo también revivir las ultimas tres horas que respiré aquí. Hace tres horas que empecé en verdad a morir... ¡No griten que sí los puedo oír!




II

Debo comprarle un bonito regalo. Un regalo que tenga significado para nosotros dos. Como hablando de todo el año en que no nos hemos visto; como diciendo: "¡No he dejado de amarte y de pensar en ti en todo este largo y lento año Orietta!" ¿Pero que sería bueno? Sería mejor comprarlo en Venecia. Ahí fue donde nos conocimos, y ¡bueno! Sería mejor idea comprarle algo cuando llegue a ahí. Quedamos en vernos el lunes en Venecia. Pero mejor voy desde el domingo y así tengo un día para escoger y darle una mejor sorpresa. La sorprenderé con algo que no se espere ver. Debe haber algo en Venecia que no exista aquí en Roma y que hable de los dos, de ella, de mi. Algo que hable de este amor, de mi amor, de su amor ¡de nuestra historia de amor!
Si, será en Venecia el regalo que selle esta dolorosa ausencia por un año. ¡Ah! ¡Orietta que feliz soy! ¡Tantas cartas que hemos escrito, tantas palabras que hemos dicho, tantos insignificantes problemas que nos han separado por más de un año! Hemos estado tan cerca, tan vecinos por nuestro amor, pero ¡Dios! Esta distancia que nos separa me vuelve loco, simplemente loco. ¡Olvidémoslo! ¡Por fin dentro de dos días nos veremos otra vez! Y te juro que nunca te dejaré ir de nuevo ¡Qué me quedaré contigo para siempre! ¡¡Te prometo que moriré contigo y que viviré solo para ti amor mío!!


En cuanto llegue busco un lugar para dormir y me dedico a buscar un regalo. Lo bueno es que el domingo en Venecia las calles siguen vivas y no tendré problemas para encontrar algo... ¡Si tan sólo este tren pudiera ir más rápido tendría mas tiempo! En fin, ya en dos horas más llego a Venecia. Tengo todo el domingo para caminar y distraerme... ¡¡No te desesperes Antonio!! Pero no puedo estar tranquilo pensando en ella y volver a verla. ¡Un año ha sido como no verte por dos siglos! ¡No puedo resistir el tiempo sin ti Orietta! ¡¡Debo besarte y abrazarte, debo cantarte, debo hablarte de todas las cosas que no he mencionado, debo decirte que te amo más de lo que te he dicho!! ¡Dios mío! ¿No podemos ir más rápido?

...Falta poco, ya estamos en Padua... 5:50pm...

Tengo luz todavía por un par de horas más. ¡Cuanta gente! Había olvidado que me sofoca tanta gente junta, tantos grotescos turistas. Pero así es Venecia y por tanta gente fue que te conocí... ¿Te acuerdas cómo nos burlábamos de los turistas? Un día más amor mío, sólo unas horas más...
¡Debí haber traído una mochila más pequeña! ¡Dios! ¡Pesa tanto! ¡Entre libros y ropa para una semana parece que voy a la guerra! Siento como si trajera piedras en la espalda. ¡Nunca aprenderé a hacer una buena maleta!
Primero busco el regalo que ya encontraré donde dormir más tarde.
Por fin estoy en Venecia, por fin Orietta, ¡Mañana te estaré abrazando al fin!

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¡Sí! ¡Es perfecta! ¡El regalo perfecto! Una máscara llena de colores ¡Llena de misterio! ¡Sí! Me acuerdo que ella tanto criticaba a todas las personas que siempre llevan máscaras que ocultan su verdadero "yo", y que cada cual se esconde bajo esta mentira cultural que ciertamente nos ayuda tanto a vivir. En verdad que si no fuera psicóloga diría que esta loca. Pero, tiene razón, después de todo sólo son máscaras las que nos tienen unidos como personas en la sociedad... Pero, ¡qué mejor regalo! Espero que le guste... “Con esta máscara me desnudo y te muestro mi alma”.
Soy puro y transparente para ti Orietta, puro y transparente para ti.


...¿¿Orietta??... ¿¿Eres tú?¿Pero?... ¿Que haces aquí? ¿¿Eres tú?? ¿Y de qué ríes si no estoy ahí? ¿Que te hace reír así? ¿Por que lo besas? ¿Quién te toma la mano y caminas llena de felicidad? ¿Orietta? ¡Eres tú! ¡Esta maldita gente no me deja ver! ¿¡Eres tú con pelo largo, eres tú con el pelo pintado de rojo!? ¡Pero me habías dicho que seguiría igual para mí! Que... ¡Qué no habías cambiado! ¿Que haces aquí? ¿Quién te besa? ¿Porqué fumas? ¡Nunca te gustó el cigarro! ¡Esta maldita gente que no me deja ver! ¡Quítense que no me dejan ver! ¡Maldito muchedumbre que no me permite ver!
No seas tonto Antonio, no está lloviendo, estas llorando.
Si, es Orietta, tu amor, tu presunto redentor amor, pero...
¡No puedo ver con estas estúpidas lágrimas y toda esta gente alrededor! ¿A donde vas? ¡Nunca reíste así cuando me abrazabas! ¡Nunca te vi tan feliz! ¡No te escondas entre la gente! Si tan sólo pudiera subirme en aquel puente y verte mejor, si, desde ahí podría llorar y verte mejor.

Si Orietta, esa mujer feliz que camina con otro hombre, eres tú.

Orietta, nunca te vi tan feliz. Nunca te gustaron las camisas para los turistas y ahora ríes frente a ellas como encontrándoles la gracia que te hace aferrarte a su mano. Pero ¿Y mañana? ¿Y nuestro amor? ¿Viniste aquí para buscarme también un regalo y encontraste otro amor? ¿Otros ojos? No creo que tengas frío, su abrazo te mantiene al margen de la lluvia, de mi lluvia...de mi llanto. Eres tú Orietta y nunca te vi tan feliz. ¡Al menos nunca me besaste así enfrente de tanta gente! ¡Nunca besarías a un hombre que no fuera yo! Pero ese no soy yo. Y esa eres tú. Y este es tu regalo entre mis manos...
Dios mío Orietta, nunca te vi tan feliz...
Cuanto me duele por primera vez verte tan feliz...”


III

Y después caí... Perdí la fuerza y el equilibrio. Perdí todo en un segundo. No tenía fuerzas para levantarme. El agua me enfrió todo y tenía abiertos los ojos. Todo se hizo silencio, no había ningún ruido. Era como volver a nacer, era mi mundo convertido en silencio y dolor. ¡Parecían días bajo el agua! ¡No me dolía nada! Y creo que estaba mejor así. Mis libros, mi ropa, mi mente y su regalo, su estúpido regalo. Tenía ganas de dormir y dormí...

Soñé que alguien me abrazaba, que me decía que nada iba a pasar... Pero no era un sueño, era un tipo de nacimiento, otro doloroso nacimiento. Salí de la fría agua al y ahora no entiendo porque me gritan y hacen de esto todo un gran bullicio. Otro doloroso nacimiento. ¡Pero he perdido todo en un segundo! No puedo respirar y no quiero respirar. No griten que aún puedo escuchar ¡Aún puedo pensar! Pero tengo frío, mucho, mucho frío.
Orietta, Venecia, el regalo, el puente, mi puente, mi nacimiento y ahora mi muerte. ¡No quiero morir! ¡Quiero vivir!... Pero no aquí. ¡No griten que no cerraré los ojos! Quiero vivir.
Si, son lágrimas y no agua que han tragado mis ojos. Orietta ¿Esto debería ser así? ¿Así sin mí? ¡Nunca te vi tan feliz! Y mañana debería ser así. Mañana te vería feliz, mañana... ¿Donde estarías?
Si, aún puedo oír. Pero no griten que ya no quiero sufrir. No cerraré los ojos ¡¡A mí también me duele si los cierro!! ¿Y toda esa gente que me mira desde el puente? ¿Y esta gente que murmura y se lleva las manos a la cara como si alguien muriera? ¿De qué se asustan? ¿Y Orietta? ¡Ah! Ella se perdió entre la gente, en esa calle, en ese momento cuando caí.
Me duele respirar; me duele llorar; me duele mirar, y tengo todavía mucho frió.
Sí los oigo, pero ya no puedo abrir los ojos...
¡Ya no griten! Quiero recordar las nubes de Venecia y la bruma que la cubre. Sus calles y sus puentes. Su gente y sus máscaras. Sus verdades y sus juegos...

Si, a mí también me duele... Pero es mejor que deje de respirar...




Epílogo


Era una hermosa tarde en Venecia. Estábamos los dos sentados tomando café, tomándonos las manos y mirando el agua de los canales que reflejaba el sol como queriéndolo atrapar entre las pequeñas olas que chocaban con la piedra...

- ¿Y a ti como te gustaría morir?
- No sé ¡Cualquier forma pero ahogada jamás!
- ¿Por que no Orietta? ¿Que tiene de malo morir así?
- Dicen que después de morir puedes ver tu vida por diez minutos más. ¡Que tu alma esta consciente y que todavía te acuerdas de todo! Que aún puedes ver y oír... ¡Agh! Eso debe ser terrible. No lo soportaría, sería más trágico que vivir sin ti Antonio Pavan, amor mío.
- Bueno, bueno, cambiemos de tema, nunca me ha gustado hablar de la muerte ¡Mejor hablemos de la vida, de nuestra vida juntos! Además, sabes muy bien que si algún día muero Orietta, sería sólo por ti...

Texto agregado el 24-05-2007, y leído por 131 visitantes. (0 votos)


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