La solitaria Vecina.
Dedicado A Mónica escritora erótica
decidí marcharme un día dejando mi casa materna de maderas y cristales.
Tenia yo apenas 18 años en el verano de 1972...
lugar oscuro y lejos de mi casa descubrí un día
y antes después de años..
tantas tardes con gestos y ojos de poeta
llegue alquilar una habitación de una sola pieza con murallas de zinc
el suburbio terrestre me esperaba por mucho tiempo,,
“habitado por seres de sombras”
enfrente no muy lejos el mar azotaba la orilla de piedras
y los conventillos de Antofagasta silenciosos y lejanos vivían el cotidiano inasible como las islas,
en aquella tarde encontré después de una larga caminata el sitio
donde escribir y pensar,
un callejón largo oscuro con apenas una lampara en el medio de un corredor tan
meridiano y sin rosas,
sin ventanas con tan solo una sola puerta solitaria de acceso,
las cocinas a parafinas, el olor a te, a pescado frito, los ojos inquietos de sus habitantes,
de cada singular familia,
El numero del cuarto que alquilaba era el numero 5.
cabalistas cierto mi alma de viajero errante,
abrí la puerta deje mi mochila en el suelo
no tenia muebles apenas una puerta y un numero en la entrada.
En la noche me puse a escribir esta historia
bajo la luz mortecina del cuarto
un sonido liquido y prolongado venia desde el cuarto contiguo,
golpeaba sobre un objeto metálico ,
una mujer orinaba en un tiesto me acerque asta la aspera muralla negra,
y puse mi o ido para escuchar
ninguna palabra ningún gemido,
el sonar de la orina en el tiesto era tan bello
dejándome seducir
me recoste en el saco de dormir
tome la libreta de apuntes,
y me quede dormido,
En la mañana siguiente me desperté abrí la puerta de mi cuarto y encontré a una mujer,
que abría el único grifo lavándose la cara,
tenia su espalda ancha un vestido azul marino una cara fina y expresiva,
tal ves pudo tener no mas de cuarenta años,
su pelo largo y castaño,
Se seco su cara con la noble suavidad no me saludo continuo lavándose , la espere que terminara y en un justo momento cuando se marchaba me miro con la discreción que se le da a los extraños”
en aquella mañana me fui a caminar por el puerto, los bares estaban vacíos,
Las gaviotas volaban a ras de las olas, los pocos barcos de pesca balanceaban ,
un pescador anciano pintaba su barca de un rojo fuego,
y en el medio de esa soledad impartía yo mis pies con la poesía,
en el agua....
Pero llego la tarde y me comí un pescado con pan en una cocinería
llego la noche y resolví volver a los cuartos de habitantes solitariamente el numero 5.
abrí la puerta de aquel cuarto oscuro escuchaba los grillos , los gatos un ratón pequeño movía nerviosamente la cola,
en aquella s cuatro paredes estaba yo con mi libreta de apuntes la vieja mochila,
y el sucio saco de dormir,
Pasaron horas el silencio tenaz
y profundo me daba mas inspiración
pasaron las horas y nuevamente el rumoroso liquido de una larga y sonora orinada prolongando aquella sensación de latir mi alma,
mis manos sudaban,
mi cuerpo se movía
antes de terminar la mujer
puse mi o ido al ras de la muralla,
dio un sutil gemido algo parecido a un orgasmo algo a muerte lenta,
Como si naciera, oh como si hablara, me acerque asta mi puerta la abrí con la suavidad que tiene los asesinos cuando templan los cuchillos,
seguía el curso de mis emociones como los ladrones al asecho,
cerré el oxidado cerrojo y me deparé justamente en el numero 4.
de su habitación empuñe mi mano adolecente as apenas tres milímetros de su puerta la oscura puerta me rebatió me expulsaba, me distanciaba, intenté otra ves
mi cabeza se movía hacia tras
su expresión de placer me quedo sentida
cerré una ves el puño para golpear su enigmática puerta,
para llamar desesperadamente sobre mi desgarrado sentimiento prematuro,
que fuese el ultimo hundimiento de mi aprecio adolecente,
Salí del cuarto tome la mochila y con el silencio de la noche contemplaba las estrellas,
la barca roja continuaba allí cerca del mar, el sonido lento de las aguas,
que la poesía fuese cosas de locos que me transformara la vida y sus consecuencias, en un naufrago,
o un vagabundo,
Su cara estaba allí en aquella noche entre el brillo del mar su gemido sutil entre la arena,
y su rostro cuando se lavaba en tres mis ojos y los suyos,
sus generosos pechos,
me puse a caminar por la orilla sin parar,
A otros silencios mientras una pacifica luz llegaba desde la luna,
su pelo infinita mente negro y sus ojos tristes,
se construían en los espacios del sueño,
su vida, sin conocer al menos, su nombre,
con su silencio infinita mente desbastador
en mis nervios quise ser el mas abominable de la tierra por o tenerla en mis brazos, por no contemplar sus ojos infinitos de tierra y maíz,
Y
besar el infinito brazo, y el absuelto pubis
tocar su cara morena
que se parezca a algo como el absurdo, locamente como algo único y elocuente de la tierra,
es decir enloquecer ya de una ves por todas,
lanzarme imprudentemente de aquella oscuridad..
Juan_Poeta |