LUNA (Prosa)
Luna estaba echada en la cama mirando al techo sin al menos verlo. Recordaba los días felices que había pasado en esa misma habitación a lado de Pablo.
Hace tiempo que él se fue, dejándola sola con sus recuerdos y ella aun podía sentirlo por allá, su fragancia se encontraba en cada rincón de la habitación, haciéndola prisionera de este pequeño espacio.
Sonrió al compararlo con una araña, pues le había atrapado como una araña hace con un insecto en su telaraña, sin que su presa tenga alguna chance de escaparle.
Recordaba el día que lo había conocido…Estaba en una galería de arte dónde exponían las obras de un renombrado pintor y despreocupadamente recorría el salón apreciándolas.
Pablo estaba enfrente a una tela y la miraba muy concentrado, tanto que le había llamado la atención. Era una pintura bellísima, dónde se veía un piano al centro de un jardín del invierno. Los colores de las flores que lo rodeaban le daban un aire exuberante y nostálgico, al mismo tiempo, tal vez por su color oscuro delante del colorido de las flores.
Luna se aproximó al cuadro para observarlo mejor y se hallaba admirándolo, cuando Pablo le dijo:
_ ¡Bello cuadro! Una verdadera obra del arte, ¿no te parece?
Sí, tienes razón, ella le dijo y así siguieron conversando hasta que él la invitó a tomar un refresco ya que el calor era demasiado.
Luna lo admiró de pronto. Pablo era culto y educado y a la vez tan bromista que le sacaba muchas carcajadas incontrolables.
Después de ese día, los dos, pasaron a encontrarse a menudo y rápidamente un sentimiento mutuo de amor y pasión les acometió. Ambos se quedaron irremediablemente dependientes uno del otro y decidieron vivir juntos.
Luna se divertía demasiado con el modo extrovertido de Pablo y sucede que no le gustaba la corbata y siempre que era necesario usarla, Pablo le decía: “_ Hoy inevitablemente voy a completar mi atuendo con “el estorbo”. Pues así le ha tildado.
Sus noches eran llenas de amor y pasión, cuando las recordaba aun se le erizaba la piel.
Pablo la amaba con gran pasión y sus caricias le llevaban al cielo. Le besaba con cariño y sus besos tibios eran como el néctar de la colmena que le hacía sentirse como una abeja reina.
Vivieron juntos por dos largos años y éstos fueron los mejores de la vida de Luna hasta que Pablo le dijo que partiría, pues ya no la amaba y no más se quedaría por allí.
Luna no le contestó, le dejó partir sin ninguna resistencia, aunque no haya comprendido jamás como de la nada él pudo cambiar su sentimiento en relación a ella.
Hoy… Luna cierra sus ojos y siente el dulce grumo de los besos de Pablo. Son bellos los recuerdos y ellos le dicen que valió a pena vivir este amor aunque no tuvo un final feliz.
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