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Inicio / Cuenteros Locales / juan_jose_gutierrez / El puente de las cien baldas.

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La escucho de fondo, como otras mil veces, antes la oía, ahora la escucho, antes la bailaba, ahora la saboreo. ¿Qué precio tiene el cielo? Dímelo tú, ¿lo sabes?. Mi cielo es color rojo oscuro, color sangre. Ya casi conozco su precio. Recuerdo aquella noche, recuerdo esta canción. Estaba embelesado en mi mundo de recuerdos y de pronto surgió de un mundo de 17 pulgadas. Acababa de iniciar sesión.

Aquel no era el lugar, quizás tampoco era nuestro destino, pero así es la vida, a veces luchas por algo, te conduces en una dirección y el río de la vida te lleva por sus mil afluentes. A veces remas en una dirección, y la barca de la vida se obstina en no seguirla. Sería gracioso que uno de aquellos afluentes condujese a la meta, pero los milagros solo están en Lourdes. Lo aprendí hace tiempo.
No, no estaba allí por ella, es mas, no existía el concepto ella, pero surgió de la nada, surgió de aquella pantalla, inundando la estancia, y sobre todo mi mente recorriendo mis neuronas e instalándose en esa cerebral que tanto desconocemos, como muchas personas, horas, días, años, y ni las conocemos. . Tic tac tic tac, el mágico reloj que nunca se detiene, que no espera por nadie ni por nada se detuvo unos segundos. Cerré los ojos y descargué su imagen. Abstracta, irreal probablemente deformada, autodeformada en mi imaginación, su sonrisa, su blanca ropa, tenía un brillo especial en su mirada. Pero era una vela, una simple vela en el mar de lo imposible, con una llama muy especial, porque especial era quizas su nombre. Surgió una magia inesperada, la fuerza de la amistad, la fuerza del destino. Acepto, click, y vete ya que a las diez comenzaras, porque diez fueron los mandamientos, porque diez son mis ilusiones.
Y cerré los ojos, y soñé con un bonito cuento, una bonita historia. La disfruté como pocas. Me imaginaba las escenas, los colores, los sabores, las conversaciones. ¿Te has fijado que soñamos solo cuando anhelamos algo? ¿Te has fijado que los sueños nacen de lo que no tienes y deseas? Me tiré sobre la cama cerré los ojos y la viví, con intensidad, porque ¡qué bonito es vivir un sueño!:

Aquella gata tenía el pelo suave, parecía una nube de azúcar en una feria. Había mucha bruma, como una cortina en un mágico escenario. La neblina proporcionaba un halo de misterio. Para que te hagas una idea, acuérdate de los paisajes de aquellas películas de tarzán cuando éramos pequeños, hace muy poco, demasiado poco. Como bien sabes, las gatas tienen siete vidas, y otro día te explicaré el porqué. Cinco vidas habían consumido ya. Salió el sol, y como por arte de magia, el telón desapareció, y un bello lienzo nació. Dice la leyenda que la meta está tras la última traviesa. Aquel puente tenía cien vigas a modo de escalones. Un puente suspendido sobre el abismo, inestable, bamboleante, peligroso, dos vidas para atravesarlo, dos oportunidades, dos dardos que lanzar, una diana a la que acertar.
Y tras la última traviesa estaba la meta. Y ahí empieza la historia, tras la meta, pero esa historia está aun por escribir. Otro día te la contaré. No seas ansiosa, las historias comienzan por el principio, ya te contaré el final. Siempre habrá un mañana, hasta que deje de haberlo. El camino sigue siendo largo, paso a paso, balda a balda, a la meta tengo que llegar. Y debo empezar ya, sin premura pero sin demora.
Cada balda era una historia, y no se podía pasar a la siguiente sin quitar sus ataduras, liberarla y dejarla caer al vacío. No podías saltarlas. Había que superarlas una a una. Así es la vida, paso a paso. Fíjate cuando camines que tienes que adelantar un pie, y necesitas liberar el otro para proseguir, una y otra vez, como nuestros errores.
Y comenzó por la primera, y comprendió lo que significaba aquel puente, el puente de las cien baldas, el puente del pasado, el puente que sortea el abismo entre los dos acantilados que llevan al futuro.
Liberó la primera y continuó con la segunda. Como tiene que hacerse, una pata, otra, otra, sin prisa pero sin pausa, sin saltarse las leyes naturales. Tabla a tabla iba avanzando. Su suave pelo estaba empapado. Ay, mi gatita estaba pasando mucho frío. ¿Llovía o lloraba? Lo mismo daba. Cada balda era una historia. A veces era agradable, ya ni las recordaba, ¡que bonitos momentos!. Otras veces eran dolorosas, se clavaban en el alma, como un puñal ardiendo ¿Cómo había podido pasar aquello?, pero poco a poco las iba liberando.
Una tras otra, las soltaba y las tiraba al vacío. Con eso podía pasar a la siguiente, pero también sabía que no había vuelta atrás, era un camino sin retorno, así lo escogió, así lo decidió, era libre de elegir si vivir o morir, y lo que sucediese seria una consecuencia de su elección libre. Estaba en la número 26.
Allí recordó aquella historia. Ahora, en el transcurso del tiempo, la perspectiva cambia. Ya no existe tantísimo dolor, el tiempo ha curado muchas heridas. De haber sabido muchas cosas que ahora conoce, no hubiese tomada aquella elección. Y si esto es así, es que no era libre porque no comprendía ni dominaba muchas cosas. Por tanto ahora es mas libre al elegir. Pero surge un problema, mañana surge otra perspectiva, con más experiencia, con más sabiduría y por tanto lo que yo creo que es una libre elección hoy, mañana diré que no era libre porque no conocía, ni sabía, ni comprendía lo que el tiempo aporta. Estoy empezando a comprender aquella frase que decía mi abuelo…..la edad es un grado….y es cierto, muy cierto. Veías a tu hijo, sabías que se iba a caer, intentabas que no se hiciese daño, pero al final se caía, pero era necesario para aprender. Y tú, sentada, sabes que se va a caer, conoces su pasado y su inmediato futuro antes de que pase, eres mas libre para elegir que tu hijo porque el no sabe que va a pasar. Y se acordó de la elección que tomó pero no se arrepintió. Se equivoco, pero en ese momento y lugar, y con la conciencia por bandera, esa era la elección. Y soltó la balda y cayó. Balda superada.
Numero 27. Joder. Quiso pasar rápido, quiso saltar, pero no se podía, tenía que afrontarla. Vio un pasado negro, una historia negra. Es curioso el cerebro de las gatas. Corren un tupido velo sobre aquello que hace daño y no quieren recordar. En eso se parecen a los humanos, y gracias a esto estamos vivos, el maravilloso efecto del tiempo, la medicina que todo cura y cicatriza, afortunadamente. Y esa cortina hace que no pueda continuar con esta balda, es parte de otra historia mucho mas larga. Quiso dar marcha atrás, pero no pudo. Eran las normas. Las aceptó. Y al fondo vio aquella luz, tras la meta, y pensó ¿porqué siempre hay una luz tras la meta?, y cerró los ojos, necesitaba llegar y entonces lo recordó. Y aquella bella gata, lloró, allí perdió una de sus vidas. Falló. Su amigo del alma. Y la balda cayó al vacío. Y otra lágrima brotó.
Numero 28.¡Qué bonita historia! La estaba viendo, sintiendo, recordando, saboreando. Un momento mágico y maravilloso. Se sentó sobre sus patas traseras. Se tomó un respiro y contempló la historia completa, como una película. Se relamía de placer y no pudo evitar un ronroneo. ¡Que dulce era!Que bien se sentía!
Número 29. Se vio allí, en aquel inmenso bosque, sola, solitaria. De fondo oía el canto de los pájaros. Unos perros ladraban, seguramente porque no tenían otra cosa que hacer. Sintió nostalgia, que no tristeza. De fondo la música, do, re, mi, fa, sol,….Y tuvo miedo, mucho miedo. Le daba miedo comenzar algo que sabía que necesariamente iba a terminar. Nostalgia y miedo unidos de la mano, ambos dando un paseo por su mente. Miedo a la soledad, miedo al silencio, muchísimo miedo al olvido. De fondo vio una rosa muy especial, muy bonita. La puso cerca de su corazón para que no sufriese. Pero sabía que al día siguiente estaría muerta. Igual que su corazón. Y soltó la balda, era parte del pasado.

Y así siguió, una tras otra, toda una vida, mentira, cinco vidas para llegar hasta allí. Le costó, risas, sudores y lágrimas. Buenos y malos momentos. Pero allí estaba. En el puente de la cien baldas, cien historias y cinco vidas.
Le dio pena de los humanos, con una vida solo nunca podrían llegar hasta allí. Extrañas confusiones, almas solitarias, corazones vacíos, oscuras realidades. Pero allí estaba. Las cien baldas habían caído, solo quedaba el paso final. Allí estaba, al final del camino, como le habían prometido, por lo que había luchado, por lo que había muerto. Y cerró los ojos. Y como mil veces antes soñó, pero esta vez puso sus dos vidas, doble o nada, como las cosas mágicas, o todo o nada. Y dio el paso final. Y puso en su pequeña zarpa sus dos vidas, y las tiró al vacío. Y comenzó una nueva vida, sin armadura, sin defensas, libre, ligera de equipaje. Y otro día te contaré lo que le sucedió a mi preciosa gatita, porque todos sabemos que al final del puente esta la meta, pero pocos saben lo que allí se esconde. Y esa es otra larga historia, con un final feliz, como debe ser. Solo te puedo adelantar, que al final del puente lo vio, se puso a llorar, y formó un largo río, por eso los valles en las películas suelen tener largos ríos, y dio un paso, lo abrazó, lo besó, le tendió su suave mano y escuchó lo que le decía: “Ya estás aquí, te estaba esperando, tardaste mucho, toda una vida”, y esa preciosa gata murió, solo porque tenía que volver a nacer, y su último aliento lo consumió en decir su nombre: Si, tardé mucho cariño, necesitaba aprender lo que se esconde tras este puente , ahora, tengo una nueva vida, acabo de nacer. Dame tu mano, vamos, crucemos la meta.¿Como te llamas? Me puedes llamar ilusión.

Click. Aceptó. Y comenzó la transfencia de datos.

Texto agregado el 23-05-2007, y leído por 76 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-06-2007 Buen cuento. Me ha gustado la idea y el camino hasta llegar a la meta. Un saludo de faroblanco
 
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