Estaba pensando en un poema desgarrador, uno de esos que llegan a como hachazo por la espalda, dejando un viento helado, por horas.
Se me ocurrió decirlo todo de un saque certero, como los de los tenistas cuando están empatados, o un ultimo penal pateado al ángulo. Desgarrador, seria la palabra, un grito, si, eso, un grito espantoso, como el del Padrino III, un grito silencios queriendo salir desde el vientre, como expeliendo el alma de tanta nausea existencialista que se acumula entre la angustia alcohólica. Algo sanguinario, un parto que me asegurase repercutir 1000 años, no por la fama, sino para cortar este cordón de angustias que me está minando. Si, si, decirlo, decirlo en este estado de ebriedad, ¿Qué más importa ya si no la veo? ¿Qué más importa ya?
¡Volve Michele Pfeiffer!
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