Te vas. He visto como te desprendes de la piel y la dejas sobre mi espalda para que no tenga frío en la mañana, al despertarme sola. También he observado cada movimiento tuyo y como despacito absorbes la poca vida que me queda, besándome las entrañas y dejándolas secas. Te conviertes en un ave y abandonas la guerra por la ventana. Y ahí, descolorido y lleno de mi carne y de mi sangre la esperas a ella. Y la amas de nuevo y cantan tiernas golondrinas en su ventana. Mientras una que otra paloma se aturde, aficionada al llanto, al verme desnuda y con frío. Eres sólo un sueño de noche. De esos que no puedo borrar; una maravillosa pesadilla recurrente, tan insípido y queriendo ser trasgresor. Te amo con gran desprecio, me aturde tu forma indiferente, no me miras, soy inexistente. Pero hoy has dejado seca mi alma entera, muerta y deshojada. Voy a comprarme una autoestima.