Corazon roto.

Sólo he escrito esta frase sobre un trozo de papel higiénico. Acabo de ducharme y mientras escuchaba la radio y jabonada mis piernas he pensado en esta frase. Mi corazón está roto. Si, muy roto, desprendido, amordazado, casi inconsciente y a punto de ceder al coma. Prácticamente inservible. También pienso en eso del transplante. Antes me daba miedo; tener la víscera ajena y latiendo en mi pecho. Pero ahora se que nadie tiene un corazón completamente sano, al menos intacto. Todos han amado alguna vez, eso espero. O, quizás un corazón de piedra. Una víscera metálica o luminiscente, que de avisos intermitentes cuando el daño esté cercano. Un radar. Una máquina que no tenga sentimientos. Robotizándome el alma para dejar de quererte. Y aún así, creo yo que transplantada con víscera de metal y luces y avisos, aún así esta terquedad de amarte sigue de pie. Me recuerda cuán roto está mi corazón actual. Un mercado de corazones. Cambiando unos rotos por unos parchados. Para volverlos a romper. Me quedo con este. Duele mientras me visto y salgo del baño. Te estoy recordando.