VIDRIOS Y ÁNGELES (Prosa)


UNO
La música se oía desde lejos, el piano con su melodía atrajo a las palomas que venían a estrellarse contra el cristal de la ventana...se confundía su aroma con el zumbido de las abejas que rondaban desde siempre allá afuera, cuando se elevaba tan alto el latido en las sienes que la hacían confundir todo y sentirse al lado de los perros y los mendigos como un estorbo en remolino girando siempre desde la mañana al anochecer cuando los gallos dejan de cantar y los gatos circulan para dar a sus oídos más pavor.

DOS
Las ideas y la música enredadas en los rincones de la memoria en telaraña de colores iridiscentes que manejaban sus recuerdos y su tiempo como si todo fuera igual que antes, que mañana.

Como el nudo de la corbata que lo asfixia en medio de la carrera para abordar el metro que lo llevará al fondo de su memoria torcida que recita poemas lúgubres para espantar fantasmas matinales y palomas que se estrellan contra las vidrieras y las ventanas de la casa que lo habita desde siglos, desde que yace atado boca arriba sin saber si era la niña mimada de la madre ebria que cocinaba manjar de leche con esos grumos que le hacían espumas en la boca o si era el hombrecito que la misma madre quería que jugara a las muñecas y luego era don nadie que todos hacían a un lado disimulando risitas burlonas que le parecían como aquella música del piano y el manjar de leche que corre por los vidrios mientras una paloma golpea su frente y se desangra al lado de sus manos rotas.

TRES
Qué importa si nadie lo alcanza cuando sólo mira desde alguna parte, el correr del tiempo que gira en sentido contrario a las manecillas del reloj que palpitante se esfuerza por matar las horas inexorables que vuelan y zumban y caen y manchan y vuelan...

CUATRO
Los ángeles allá lejos convertidos en cristales cantan con una música que se parece al himno de los pájaros que no quisieron marcharse...