Recuerdas aquella vez, cuando caminábamos por la playa?
El sol se ponía y la brisa del mar ahuyentaba toda posibilidad de infección.
El ruido de las olas era envolvente y quizás, en ese momento,
era lo más lejos de la sociedad de lo que jamás pudimos estar.
Recuerdas, amigo, que aquel día yo traía una polera un poco destartalada,
un poco rebelde quizá de tantos años de uso. Recuerdo que de sopetón
cayó el frío, amigo, nos envolvió a los dos y aquel lindo panorama
cambió bruscamente. Yo no controlaba el viento, ni tu las nubes,
yo no conocía el camino y tu no veías por la camanchaca de media tarde.
Nos pilló el mal tiempo, en el lugar incorrecto y a la hora precisa.
Ahí estábamos... Desprotegidos, desorientados.
Recuerdo, amigo, que tu llevabas una chaqueta también algo roñosa.
Quizás faltaba poco para llegar a casa, o la ansiedad nos volvió
cobardes y pusilánimes, comenzamos a flotar.
La inercia se hizo cargo de aquellos navegantes terrenales,
no los dejó escapar fácilmente. El precio para salir era caro,
y ninguno de los dos aún, decidía si correr el riesgo o no.
Recuerdo también, amigo, que entre tanto panorama desolador,
me pasaste tu chaqueta. Aquella roñosa pieza salvadora, que pretendía
acallar las inclemencias del frío y el viento.
No parecía sensato, amigo, pues no había nadie viéndonos
y tu amabilidad solo quedaría en los anales de mi memoria y la tuya.
Pero aquel gesto original de apreciación, no era ningún reconocimiento,
era más bien un suicidio, pues tu también tendrías frío.
También recuerdo, amigo, que agaché la cabeza en señal de desaprobación,
y al percatarme de la peligrosidad de los hechos, até tus agujetas.
Estaban sueltas y parecían volar.
Volar entre los sueños, tan alto como nuestras mentes,
quizás en esas latitudes todo lo demás perdía sentido,
el tiempo era detenido por la belleza de los sueños.
Los sueños son importantes, son de oro,
no tienen magnitudes físicas y no son comparables,
ni con el tiempo, ni con la ansiedad,
hoy por hoy tu intentas arroparme con tu chaqueta
yo ato las agujetas de tus zapatos,
para decirte que vueles más alto
y no te dejes escapar... atrévete!, vístete de gala,
pues en aquellos salones escarlata, yacen tus metas
y tus más anheladas convicciones,
salones y castillos sin tiempo, ni espacio
donde hombres de bien, como tu y como yo
pueden desaparecer y comenzar a vivir...
VIVE... sueña… crea y destruye...
El ciclo de la vida se cumple nuevamente
y el mañana senil solo traerá muerte
y un testamento deslavado sin sentido, sin final...
Que más da? la vida es una sola
Vive...
El viento amilanó, el sol cobarde, se escondió en la tarde
la luna nos trajo un nuevo aliento,
ya podemos nuevamente caminar.
¿Hacia donde vamos?
Soy tan dueño de mis sueños,
como tu de tu mentada chaqueta...
Hazlos volar como nosotros,
y así, nos veremos las caras
una vez más,
para sentir, para cantar,
para encontrar aquella esencia en la mirada...
tu sabes, LA FELICIDAD... |