Sirenas de agua ardiente, secadas al sol en sal y canela, hablan de las tierras del centro de la Tierra, de las lunas de la Luna... de pequeños gusanos de petróleo reventados, aplastados entre cenizas húmedas del último cigarro de una noche de conciertos y lecturas… atraviesan el tiempo con sus espejos de madera, y susurran la oscuridad del frío que vomita su padre sobre la mortal faz de los muñecos de carne…
Con los ojos trenzados en lágrimas aserrín de roble, lloran la pérdida de una niña, una cría oscura de barro y raíces secas; nacida en fuente de mármol, alimentada de calostro marino y corteza hervida, de vino, sangre, semillas y niebla…
Crece hoy entre los vientos y las nubes, dicen, huérfana, con la soledad en las pestañas, con la piel desnuda de purpúreas frecuencias verdosas… Con alas de agua y hoja, y ojos negros vidriosos murmura desde las piedras, a coro entre los cánticos melancólicos de sus aves, su triste canción… canta embriagada, mezclándose entre la tinta y el papel, entre la pluma y los dedos…
Y ya conoces esa melodía… no lo sabes, pero la conoces; tan sólo espera que cuando la oigas sabrás, que esa sonata que te acunaba resonará en tu lecho, momentos antes de que sus labios de arena sequen los tuyos, y que la sal de su boca te deshidrate la vida…
...Calibraxis... |