Entre sábanas, siento el frío aire de las mañanas rozar mis mejillas, los pocos rayos de sol, colándose por la ventana, regando sutilmente su calidez a mi alcoba.
La totalidad de mi cuerpo, parece gritar tu nombre.
Pesadamente me levanto del árido lecho, mis pasos uno frente al otro, parecen carecer de rumbo, mientras mi carne se consume en su propio fuego.
Entre tanto, las alas del pensamiento, pasean profundamente mi ser, por el recuerdo de tus formas, tu olor, tu voz, que suelo sentir tu tacto y tu dulce beso en mis labios, desvaneciéndose de manera efímera, como el aíre que dejo escapar en mis pulmones.
Entonces, mi alma susurra tu nombre.
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