Yo nunca había contado con un espejo, sabes? Nunca lo había visto de esa manera… Simplemente no sabía quien soy. Y por un momento pensé en que no era nadie, al verme encerrada entre tantos rostros y no saber cómo era el mío, ciertamente necesitaba un cristal en donde verme, un cristal tan puro, que pudiese reflejarme a mi, una mancha más en el pañuelo de Dios. Y entonces ví tus ojos, te ví allí y supe quien soy. Fue tu mirada quien me arregló el encuentro conmigo misma, fueron tus ojos quienes me dieron la mano de mi yo interno y me presentaron con quien siempre he sido y siempre seré. Y por eso te quiero, por eso aprecio tu compañía y por eso, a pesar de mis múltiples quejas, sé que das lo mejor de ti, y eso lo admiro tanto que me niego rotundamente a algún dia pensar hacerte daño a propósito. Porque eres mi pasado, mi presente, mi futuro y tal vez más que eso. Gracias por todo, aquí siempre estarás, mamá.