Carlos Calvo toco el timbre y Rosaura, la mucama, preguntó entonces quien era.
- Carlos Calvo – respondió Carlos Calvo.
- ¿Carlos Calvo? – preguntó Rosaura con una evidente muestra de duda pues en los dos años que trabajaba en la casa jamás había escuchado ese nombre.
- Busco a la señora Ana María Pérez – dijo entonces Carlos Calvo.
La mucama entonces abrió la puerta y se sobresaltó un poco al ver a Carlos Calvo. Vio a un hombre de unos treinta y pico de años, seguramente llegando a los cuarenta. Era alto (1,87 metros de altura), de pelo negro y tez oscura, estaba vestido totalmente de negro, con un piloto que le cubría todo el cuerpo, una polera cerrada al cuello y unos guantes, además de los considerables zapatos que usaba, pues calzaba cuarenta y cinco. Carlos Calvo entró a la casa con un maletín.
- Buenas tardes, busco a la señora Ana – dijo Carlos Calvo.
- Buenas tardes – contestó la mucama – ahora le avisó a la señora.
Pero cuando la mucama se dio vuelta dirigiéndose hacia donde estaba la señora, Carlos Calvo sacó un cuchillo del piloto, se acercó a la mucama, le interceptó el paso, le tapó la boca y la degolló produciéndole un corte profundo en la garganta. Tras asesinar a la mucama, Carlos Calvo le tiró un Queso y luego se dirigió hacia donde estaba la señora Ana María Perez.
Este, totalmente absorta en sus tareas empresariales, estaba concentrada con la computadora realizando balances y esas cosas, nada escuchó. De todas formas, el crimen fue totalmente silencioso pues Carlos Calvo tapó la boca de la mucama y no se escuchó un solo grito. Carlos Calvo ingresó a la habitación donde estaba Ana.
La mujer se dio cuenta que alguien había entrado, entonces se dio vuelta y vio a Carlos Calvo. Se atemorizó al verlo y se paró de la silla.
- ¡Carlos! – dijo la mujer – Si deberías...
- Debería – le contestó Carlos – Debería estar en la carcel, ¿Verdad?
- Sí...
- Bueno, ya ves, aca estoy, me escapé y te encontré, tal como lo juré aquel día – Carlos entonces sacó un cuchillo, no el que uso para asesinar a la mucama, sino otro mucho más grande, largo y filoso. Puso el cuchillo sobre el cuello de la mujer.
- Carlos, no me mates, yo...
- Vos sos una traidora hija de puta, por tu culpa estuve tres años en la carcel, pero llegó la hora de la justicia.
- ¿Justicia? Si hubiera justicia tendrías que seguir preso, sos un asesino, Carlos. Vos asesinaste a esas mujeres.
- Sí, yo fui, yo las asesiné. Pero vos eras mi amante y en el juicio declaraste en mi contra, sin tener una prueba en serio contra mí.
- Fue la justicia la que te condeno, Carlos. Y sos un asesino.
- Soy un asesino, sí. Por eso vas a integrar la lista de mis víctimas. Me traicionaste vilmente. Decías que me amabas y declaraste contra mí.
- Eran amigas mías. Vos las asesinaste. No podía callar.
- Ya te vas a callar, hija de puta. Me mandaste a la carcel y enseguida me reemplazaste por otro tipo.
- ¿Cómo sabes?
- Hubo gente que me informó sobre todos tus pasos.
- Carlos, yo no... No me mates, Carlos....
- ¡Basta, puta de mierda! – Y entonces Carlos Calvo le clavó el cuchillo, primero en el cuello, donde le infrigió una profunda herida. Luego la apuñaló en todo el cuerpo, hasta totalizar más de treinta cuchillazos. Luego sobre el cadáver tiró un enorme trozo de Queso Gruyere.
- Queso – dijo mientras contemplaba el cadáver.
Carlos Calvo abandonó el departamento conforme con el doble crimen que había cometido.. Carlos Calvo era un asesino Queson y la venganza que tramó durante tres años por fin se concretó |