Él no quiso escuchar explicaciones. Ella, tuvo que aguantar el ensañamiento verbal. Intentó callarlo para así explicar el malentendido, mas El prefirió afanarse en conservar el puesto de ofendido. Ella se dirigió hasta el patio, dejando caer unas tímidas lágrimas mientras callaba sus gemidos. Se abrazó por el estomago cuando sus rodillas perdían fuerza y flaquearon al lado de la lavadora. [Dolía]. Y deseo tanto que Él la abrasase en cualquier minuto, que llegó a imaginar sombras escurridizas por la pared.
Pronto el trabajo quedó hecho. Y el incipiente olor a limpio que expedía la ropa tendida, calmaba la congoja en el pecho de Ella. Sin decir nada, aunque queriéndolo, sin mirarlo, aunque deseándolo, cruzo la habitación y se encerró en el pequeño cuarto destinado para el estudio. Ocultó su respiración para tratar de oír los movimientos de Él, pero la ira lo mantenía estático. [Silencio]. Encendió el computador como queriendo buscar explicaciones en la pequeña luz intermitente. No atinaba a sentarse, prefirió dar unas vueltas por la habitación; ver el cotidiano paisaje a través de la ventana, intentar abrir el seguro y recordar, que como hace una semana prometió arreglarlo. El esfuerzo ingerido le sulfuró las mejillas. Exhaló con fuerza en tres ocasiones, inconscientemente daba señales de existencia hacia la otra habitación, pero cuando terminó de respirar la luz ya se había convertido en noche, y el silencio pasó a ser soledad. Empezó a imaginar pequeñas sombras que se separaban del suelo, mientras en un suspiro se le iba la vida.