Mientras el caminaba solo por aquella calle, con aquella sonrisa que solo ella era capaz d provocar, sus pasos resonaban con el eco acuoso de los charcos.

Cada paso era una memoria que recorría su cuerpo, cada paso contaba una historia que solo el conocía, cada paso meditaba en todo lo que había vivido al lado de ella. Una a una desfilaron las imágenes fijas hasta adquirir movimiento, los primeros besos, las caricias, las promesas, las peleas, las reconciliaciones, todo aparecía en una precisa continuidad.

Sin darse cuenta empezó a sentir como si sus músculos estuvieran cansados, el eco de sus pasos era mas profundo y lento, su cuerpo le pesaba cada vez mas, cada paso su piel comenzaba a arrugarse, cada imagen desataba la edad en sus miembros, su cabello pasaba de ser un mar de plata que caía como una cascada y se volvía una estela de espuma blanca en el suelo, manchas cafés invadieron su piel como aquel terrible presentimiento que lo asediaba, su corazón se tornaba un nido de agujas ante la entrada de la certeza.

Mientras su carne se tornaba polvo seguía constante en su andar, perseguido por el tiempo y la verdad, intentando, luchando, buscando, por ultima vez, regresar a casa.