Veo colmillos de asfalto devorar el éter de la humanidad, mandíbula inarticulada que constriñe toda vida.
Escucho los aullidos de la gran bestia, la ciudad de la "esperanza", ruge con motores chilla con las detonaciones de las armas, se estremece y crepita con su presa entre sus fauces, se agita como un lobo desgarrando un tejido muerto. Y Nosotros...nosotros bullimos como gusanos emergiendo de un cuerpo en descomposición, que se retuercen y se agitan hasta consumir aquel cadáver exquisito.
Me alejo de la ventana, el tono rojizo de atardecer queda impregnado en mis ojos, un presagio sangriento me inunda, una visión del futuro me invade, el fuego del sol anida en mis ojos como heraldo de la destrucción del porvenir, las imágenes de purificación se disuelven en un mar de luces, respiro para intentar calmarme, pero nada parece funcionar, las luces se difuminan hasta hacerse sombras, la oscuridad comienza su invasión en una marcha silente.
Abro mis ojos y es de noche, las sobras lo han conquistado todo... Las calles son ahora mas brillantes que de día, los anuncios espectaculares rivalizan con la luna distante en el firmamento que llora en su soledad lagrimas de estrellas, creando quimeras con las caricias del viento en las nubes, las tinieblas son contenidas sin tregua por las luces que incendian los espectros que acechan en los rincones de nuestra mente. Un infierno azul se eleva sobre nuestras cabezas y arde el cielo con los pecados del hombre; el Céfiro enfurece y con los hijos de Selene traen la luz de la noche.
Se desata la furia de los Dioses contra la arrogancia del hombre que los han olvidado, desgarran el velo de la noche. Thor Golpea con su mazo y orquesta la sinfonía de venganza, retumban los cielos con latidos de los corazones de los dioses muertos... Comienza el diluvio, los cristales se estremecen y el Leviatán del hombre ruge al unísono herido por los relámpagos, se tambalea, comienza a parpadear hasta caer inconsciente. Oscuridad total, solo eso, el único sonido es el canto de las triades que dejan caer sus hojas con la lluvia, a lo lejos los golpes de Thor iluminan a la gran bestia caída. Mi mente empieza a devorarme.
Ante mis ojos las sombras adquieren figuras, después movimiento, se separan de todo y adquieren cuerpo y voces, los muertos de la noche danzan, ahora estoy en el cuarto de los zombies. Todos mis errores me rodean con los rostros de mi pasado, me rodean me paralizan, mi pasado busca devorarme. Intento huir, como toda mi vida. Corro hacia la calle pero aun me siguen, aparecen en todos lados, son toda sombra, son mi propia sombra. La lluvia comienza a helarme, se entumen mis piernas y mi conciencia, puedo sentir mi piel palidecer, siento mi vida siendo arrastrada con el agua, los Dioses están en el agua y exigen mi alma, el fango me arrastra hacia el recinto de los titanes.
Los muertos tienen sed de sangre y claman por la mía, su voz es el sonido de la atrocidad de vivir; trato de encontrar una salida de aquella bruma de agua y sombras, pero solo alcanzo a ser cegado por la luz de las tinieblas. Oigo cabalgar a los jinetes sombríos, cientos de caballos galopando al unísono, con ojos llameantes y jinetes osados. Me alejo del arroyo, busco algún recinto pero nadie pasa, el mundo no existe.
Mi negación me condena, voy solo por las calles huyendo de un enemigo que tarde o temprano acabara por consumirme. Corro como un animal amenazado con el cuerpo enjuto con los miembros cada vez mas aturdidos, mascullando lenguas olvidadas por el tiempo. Me siento acorralado, solo queda una salida, me ahogo en mi propia demencia mientras el mundo va perdiendo sentido, desvaneceiendose, volviendose nada y todo a la vez... Todo se calma. Al compás del agua que abandona mis ojos veo a la ciudad reaparecer de nuevo, pero... ¿Por cuánto tiempo?, la gran bestia y yo aullamos al mismo tiempo volviendo a la vida.
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