Mujer de los ojos tiernos,
del corazón gélido,
de la sonrisa calurosa,
¿A donde van esta mañana tus ánimos?

Si es que no me explico,
esa dualidad en la que vives,
un día me esbozas el arco iris en un par de palabras,
y al otro día me dejas perplejo en la abundancia,
de un vació solemne y distante.

¿Donde disparan mis palabras?
Si cuando te apunto a ti,
al impactarte, esbozas un gesto,
de satisfacción recortado.

¿Que es lo que te sucede?
¿Que te mueve por dentro?
¿Acaso este tonteo al que te someto,
te agobia y te hunde en silencios?

¿A donde apuntas con tus dos faroles,
si el fresco que producen en mi,
me dicta todo lo contrario,
a lo que me das a entender?

¿Es que acaso te martirizas,
actúas esquiva,
y te contienes,
por algo que te condiciona?

¿Que es el tiempo sin ti?
Un proceso de cámara lenta.
Es que si no te veo,
el tiempo es eterno
y mis impulsos están insatisfechos.

¿A donde se fue mi razón?
De copas con mi corazón,
Se beben el vino de cada conversación,
que dejamos sin solución.

¿En donde estas pequeña de pies alados?
Si dios te doto,
de ojos que cautivan,
una sonrisa fresca,
una voz angelical,
y unos pies con los que alcanzarías vuelo.

¿Acaso no valgo de nada?
Me dieron una segunda oportunidad,
en la cual cambiar todo lo que hecho mal,
absolverme con el bien,
de encontrar a alguien así,
a quien poder guarecer,
bajo mi escudo de níquel.

Si soy yo, que a puro ímpetu,
te persigo entre océanos,
embravecidos por una ira,
que celosa, no permite conocernos.

Como espada, llevo mi carisma,
mi sonrisa grabada en cal,
el fuego impetuoso de mi ser,
mi convicción de no perderte,
y más fuerte aún,
una razón irrazonable,
que me conduce dependientemente a ti.

Si me lo permites,
te enseño el camino al amanecer,
el secreto de diluir la noche en el océano,
y decolorar tu corazón,
en un sin fin de matices,
custodiados por una lluvia de hojas otoñales,
perfumados por una brisa primaveral.

¿Que soy yo hoy?
Si soy como un escudo,
que golpeado sin piedad,
por una vida embustera,
no me detengo nunca,
por proteger a quien más quiera.

Si es que no existe dolor,
ni llanto,
ni aflicción,
cuando uno hace todo por amor,
a todo aquello que le produjo,
satisfacción.

Este es mi último dictado,
mi mandamiento,
mi deseo,
mi redención.

Cógelo niña de pies alados,
a ti te lo encomiendo.