Hasta que al fin llegas. Como todos, llega el momento en el que te sientes capaz de sentarte a escribir tu vida en el papel. Vas a la cocina y te preparas un café. Lo llevas contigo al escritorio. Te sientas sobre el papel, coges un lápiz y lo llevas a tu boca: Aún no estás listo. Coges la taza café, está hirviendo. Esperas un segundo y dejas que tus labios lo prueben. Una lluvia de ideas recorre tu mente, son tantas que se te escapan, sobrepasan tus barreras de espacio-tiempo y desaparecen en el olvido; luego, vuelven, y se vuelven a ir. Coges un cigarro. Lo prendes. El fuego acaricia tus ojos, el humo, tal cual corcho, revierte las ideas en aquel barril mental que intentas llenar. Todo está claro ahora, ya estás listo. Te propones hacer un boceto, un resumen; incluso, un esquema.
Primero, intentando convencer al lector de que eres un cambio importante aplicado al mundo, representarás tu niñez con un cuento: "Volcán de piedras". Llenarás las hojas de lectores cautivos y te presentarás como el hombre que nació para ser leído. Solo será una presentación, no debe tener vida más que en la punta de los ojos de los espectadores. Debe ser imagen, imagen y semejanza del hombre que observa. El volcán no tendrá que hacer nada, vivirá oculto, entre el olvido y la pereza. Nunca llegará a explotar, pero todos le temerán. Debes ser tú el hombre que nace de ese volcán, el hombre que nace en los corazones asustadizos de todos los seres humanos que te rodean. Debes ser la amenaza de ti mismo, representar las piedras en toda su violencia y peso. Debes caer del cielo, hervir ante los roces de la capa de ozono. Debes ser amenaza, y nada más.
"La horda de nubes" será tu próximo cuento. Dándole un giro esperado a tu vida, te presentarás como un viajero incesante, un viajero que revolucionará el mundo. Has conocido muchas culturas y representas la totalidad de las opiniones. Eres libre como el viento y te mueves junto a él. A tu gusto, bajas a la tierra o vuelas por los aires. Corres al costado de los hombres y vuelas junto a las aves. Eres, además, transparente como una vitrina. Eres el conjunto agresivo, el viajero pálido que lucha por el resto. Eres, aún, invisible.
Al final de tu juventud, te llenas de conocimientos. Vuelves al pasado, te ordenas y te crees centrado. Eres ahora un "Símbolo antiguo", que será el nombre de tu primera novela. Complejo y misterioso, corres por las mentes de los hombres como el que siempre existió. Perteneces a los que dirigen el mundo, lo manejas, aunque sin mucha libertad, gracias a tu imagen. Eres tú al que los hombres siguen. Eres eterno, pero temes al olvido.
Sigues creciendo y tu vida va aumentando siempre. La experiencia crece como un charco de lluvia que se convierte en lago. Ahora, "La gran biblioteca" será tu última novela. Derramarás tus conocimientos en este enorme compendio de experiencias. Serás tú, escrito a gritos en todas y cada una de las páginas. Este libro tal vez se confunda con la totalidad de tus libros, pero la diferencia específica es que los otros no contienen a este, y eso lo debes tener claro. Este libro será la propuesta, en volúmenes, del conocimiento absoluto. Representará tus últimos momentos, los que vives ahora. Representará la serenidad y el silencio que pertenecen a las experiencias diarias que vives hoy en día. Dejará que tu mente se vuelque en el papel y que tu crecimiento se cierre con broche de oro. Ya has crecido suficiente.
Al final, revisas lo que te va a demorar escribir todo. Revisas los títulos y te parecen excelentes, divisas a lo lejos las hojas llenas de letras, tu vida representada en aquellos millones de papeles, uno tras otro. Todo lo revisas, mientras acabas tu café. "Vas a morir antes de tiempo" será tu primer y último cuento corto.