Sí, ojalá no hubiese caído de nuevo. Pero lo hice.
Y esta vez el raspón fue tan profundo que dudo mucho que, por más resistente y bien elaborada, ninguna curita logre sanar… Porque es mi culpa. Yo ví la piedra, y por tanto, el peligro que correspondía si seguía corriendo en su dirección sin tener ni los más mínimos deseos de esquivarla. Me caí porque yo quise, lloré porque se me antojó, sentí dolor porque así quería sentir. De todas maneras hacía tiempo ya que el corazón no sentía nada, y no vale la pena tener un corazón sin tener nada clavado en él, así sea la estaca del hastío...
Y soy como un vampiro que pierde valiosa energía con cada gemido de mi alma, por el dolor que me causa la estaca clavada en mi corazón. Es como si estuviese bendita con agua de tus ojos, y no pudiese, por más que sea mi deseo, sacarla del profundo agujero que ya excavó en mí. Ya es demasiado tarde tal vez para preocuparme por mis caprichos de adolescente. Tendré que seguir arrastrándome con mi estaca clavada, así nadie la note, así nadie la sienta como yo, seguiré arrastrándola, porque es mejor que esté ahí haciéndome daño, a que no esté nada…