El monitor (Prosa)
Algo le pasa, ha estado como ausente estos últimos días. La he visto sentada frente al computador mirando la pantalla detenidamente en una página específica del ciberespacio. Cada vez que trato de acercarme a ver, la cambia inmediatamente hacia su informe inconcluso. La última vez, alcancé a ver una imagen algo distorsionada de lo que creo que es una abeja.
Ya ha pasado una semana y su actitud está empeorando, llega antes que todos y se la pasa sentada en su cubículo frente a esa imagen. A la hora del almuerzo ya no sale con nosotras, su excusa es siempre que está atrasada con el trabajo. Los demás en la oficina ya empezaron a notar que algo está mal.
Hoy fui a verla y me asustó su aspecto, está más pálida que de costumbre, los cabellos sin peinar y la misma ropa de ayer. Evidentemente no ha ido a su casa la noche anterior, y así lo informa el vigilante nocturno al jefe, quien la llama a su despacho. Nuestro jefe es un hombre paciente y comprensivo, por eso me sorprende que esté gritando, todos corremos a su oficina y lo que vemos nos sobrecoge; él tiene sangre en la cara y trata de defenderse con los brazos, ella lo tiene sujeto por la corbata y en la otra mano blande un abrecartas. Antes que alguno de nosotros pueda evitarlo se lo clava en el cuello del que sale a borbotones mucha sangre.
Los más valientes la sostienen por detrás, pero ella los empuja con facilidad haciéndolos rodar por el suelo; los demás le abrimos paso, sus ojos completamente negros no nos miran, es como si no existiéramos. Corremos a socorrer al jefe, pero ya es tarde, yace muerto sobre el escritorio; en el piso la sangre empieza a formar un gran grumo. La policia llega rápidamente, la encuentran sentada en su silla, se acercan cuidadosamente, le piden que suelte el cuchillo y venga con ellos, no se mueve; cuando van a tocarla se levanta de un salto, toma a un oficial por el cuello y lo eleva del suelo, sus compañeros disparan.
La policia se llevó todas sus cosas para examinarlas, incluyendo su computador, pero no encontraron nada anormal y lo devolvieron. La investigación concluyó declarándola loca. En el funeral su madre y hermanos lloran desconsolados, no entienden que pasó.
Después de un mes la vida en la oficina ha vuelto a la normalidad, hay otro jefe y una empleada nueva ha ocupado el puesto de la fallecida. A la hora del almuerzo, la nueva me comentó que algo extraño le pasa a su monitor. Por la tarde me acerco a su cubículo y la encuentro mirando la misma imagen que a mi parecer desencadenó la tragedia, pero ella no tiene reparo en decirme que no sabe que es eso, que aparece de cuando en cuando. Sube el volumen de los parlantes y me muestra toda la secuencia: Colores muy vivos vibran sobre la pantalla y cambian muy rápido, la música de piano que acompaña este espectáculo se detiene de pronto y da paso a un ruido metálico desagradable. Aparece en el centro una telaraña que crece imperceptiblemente, el sonido cambia a un chirrido casi ensordecedor; me tapo los oídos, pero ella parece no sentirlo y me mira despreocupadamente. Una pequeña araña avanza delicada sobre la tela hasta el otro extremo en donde una abeja lucha por liberarse; cuando la araña llega, la abeja mueve su abdomen hacia ella y le incrusta su aguijón. La imagen cambia repentinamente, la araña se desintegra en un fondo verdeamarillento, y la abeja crece, crece hasta llenar todo el monitor, toda la oficina y me habla. De pronto comprendo que la nueva es un estorbo y que debo quitarla de en medio. La abeja me explicará todo, sólo tengo que esperar pacientemente hasta que lo haga.
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