Oigo un ruido, me despierto.
Prendo la luz del velador,
busco mis pantuflas...no están.
No puedo levantarme sin ellas,
mis pies descalzos arden al entrar en contacto con el suelo.
Oigo un ruido otra vez, busco su origen.
La ventana,
algo choca contra ella, ¿qué es?
El seguro cede, la ventana se abre y entran dos negras aves volando,
pero algo raro había, no tenían ojos, no tenían pico, no tenían plumas;
lo cierto es que son planas y están hechas de género.
Aterrizan suavemente en el suelo,
a luz de la lámpara puedo apreciarlas
y me doy cuenta que son mis pantuflas,
que aburridas de hacer nada, decidieron dar un paseo nocturno.