La luz nos ilumina y guía, pero en ocasiones nos ciega, nos aparta del camino si le vemos de frente, nos orienta si le seguimos y además genera las sombras que nos obstruyen la senda a seguir. Son esos efectos de luz, los que nos convierten en lucifer, portadores de la luz que algunas veces cegados por su brillo, cometemos improperios y barrabasadas que ni los invidentes ocurren o pasan de largo.