Él, es un minuto que ha dejado de quererme,
Un espacio vació en el que animo mi voz a que se estrelle en un eco mudo,
Es una gana,
una nada más porque las demás han muerto, o mejor, él, las ha asesinado.
Él, es un dolor que ejecuta el alma,
Un grito a un oído sordo o peor aun una mirada al vació,
Es una vuelta canela en la que la cabeza se da tumbos contra el suelo,
Es despegarse una a una las uñas de los dedos.
Por momentos se convierte, se transforma...
Y ahora es lo dulce de la flauta,
Es lo efímero de la aurora,
pero al fin y al cabo es una aurora,
él entonces, es la piel que cubre los huesos,
la sangre que riega las venas,
el espacio oculto en donde eres,
estar desnudo tras la puerta,
él entonces es solo, el tercer párrafo de esta historia
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