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EL COLUMPIO.


A ese tipo le apodaban El Piano y hasta que no abría la boca no podías imaginar el porqué. Toda la hilera superior de dientes era negra y la inferior de un blanco que rozaba lo irreal.

Estaba de pie frente al cadáver y el muy cabrón se reía a gusto mientras explicaba los detalles. Ya se había dilucidado que la muerte había sido por envenenamiento con toxina botulínica y que no seguían ningún plan estético en ninguna clínica, ellas mismas se encargaban de hincharse los labios.

--A ésta sala le llaman la colmena –dijo a todos los presentes--, como ya habrán podido notar se ha parapetado para que resulte un hexágono.

El Piano era un listillo de libros impuesto por el inspector, su misión era la de aportarnos datos a nosotros, los incultos de la policía.

--¿Y eso qué tiene que ver con el crimen? –pregunté asqueado de verle pasándoselo en grande.

--Todo a su tiempo mí querido uniforme. El nombre de la habitación es “La Colmena” y su único fin es que los tipejos que entren aquí puedan copular a gusto con la reina de turno. Algún miembro de éste panal ha matado a la abeja reina.

--Un zángano –dije más por orgullo que por ayuda.

--Puede ser, pero el crimen, si me permite, no debería ser sólo encausado por esas lindes, deberíamos investigar a “las obreras” de éste panal.

Después de escuchar toda la perorata sobre el trabajo de las obreras, encargué un interrogatorio a todos los que la noche anterior habían hecho uso de la sala. Cinco hombres de no más de cuarenta años, casados y con trabajos mediocres. Menos uno, que ostentaba nada más y nada menos que el cargo de Alcalde.

Los interrogatorios no dilucidaban nada fuera de lo común, y el inspector “recomendó” que el caso fuese llevado con la mayor cautela posible, dado el poder del Alcalde. Claro que todo esto iba unido al hecho de que no quería jugarse el culo dentro de la comisaría, y menos en época de elecciones, dónde un policía que atentaba contra el buen hacer de los mandatarios sería, sin ninguna duda, desterrado a la sección menos popular del cuerpo: “patrulla callejera”.

Me tomé un trago en el bar del delito, tenía que ver cómo se manejaban los hilos en el lugar de los hechos. Eran las doce de noche, demasiada clientela. La noticia no se había colado a la prensa.

Observé la carta, licores y una amplia selección de juegos. “La Colmena”, era una de las salas más solicitadas, siguiéndola de muy cerca “El Hormiguero” y “La Telaraña” El nombre del local era El Columpio y me pregunté a que clase de pervertido se le había ocurrido poner semejante nombre a un local erótico. Llevaba abierto más de tres años y era el lugar de recreo para muchos, demasiados, aburridos.

Dejé que otro trago me mojara la garganta y de paso la ideas. Los zánganos no tenían un motivo por el que matar a su principal entretenimiento. Pero claro, esto no era una colmena real, y los asesinos no actuaban con la lógica de esas sociedades. La camarera, una rusa ya bastante entrada en años me colocó el siguiente vaso.

De pronto, se escuchó un grito agudo. La gente se agolpó en tornó a una chica y supe enseguida que ya teníamos a nuestro nuevo asesino en serie.




De nuevo El Piano. Esta vez dando un perfil de lo que deberíamos buscar.

--Buscad entre las chicas del local, entre los limpiadores, buscad a una mujer o un hombre con los órganos sexuales atrofiados, buscad a las abejas obreras.

El crimen se había ejecutado en la misma sala, con el mismo modus operandi, envenenada con una inyección de toxina botulínica. De nuevo cinco hombres y de nuevo el Alcalde que al parecer no podía dejar de jugar.

El inspector estaba de los nervios, dos crímenes y un sospechoso habitual, aquello pintaba mal. El estorbo del Alcalde entorpecía la investigación y decidí pasar a la faena.

Hacía más de dos años que no me daba el gusto de un buen polvo y aquella era una buena oportunidad. Después de todo, tenía un trabajo mediocre, estaba aburrido y ya pisaba los cuarenta. Encajar sí, demasiado bien.

La sala fue abierta y después de firmar en la hoja de registros entré en la habitación hexagonal. La luz era difusa y allí entre cuatro sementales se batía y revolvía una mujer vestida con sólo una corbata.

Antes de entrar me fundí una botella de vino, esperando que me diese huevos para encararme con semejante actuación. La abeja reina gemía, y me pregunté si aquello sería producto del miedo de ser envestida con otra incursión del asesino del panal. Pero al acercarme ella me miró fijamente, sin miedo, sin piedad, sin ningún atisbo de nada, tan siquiera de placer.

Mi amigo no lograba ponerse en pie y me alejé de la escena disimulando regocijarme con el ambiente. No era producto de la ansiedad o del pánico sino más bien de lo poco que me ponía aquel cuerpo, demasiado maduro. De repente caí en la cuenta de que era la camarera rusa, la misma que me había servido en el bar.

Los movimientos eran hipnóticos, cinco cuerpos meneándose sin ninguna música, sólo alguna que otra palabra complicando el asunto.

La luz, el vino, el asco, todo se unió y tuve que salir a echar la pota. No había terminado de contar los grumos de mi vómito cuando obtuve el dulce sonido de un nuevo grito.

Cuatro hombres muertos en medio de la sala, de la reina ni rastro.


El Piano volvió al ataque.

--Era ella, según investigaciones se encargaba de preparar a las chicas antes de entrar a “la colmena”, además claro de servir las bebidas en el bar. Al parecer les inflaba los labios con botox y luego las lanzaba al espectáculo.

--Pero la chica me sirvió una copa cuando ocurrió el segundo crimen.

--Preparada de buena manera es capaz de producir la muerte en horas sucesivas a la ingestión –dijo el capullo riéndose.

El inspector estaba contento, había salvado el culo. Y yo, bueno, yo he descubierto los placeres del “hormiguero”, una sala totalmente oscura.











Texto agregado el 18-05-2007, y leído por 403 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
15-06-2007 jeje... en tu estilo, que no es malo. Que cabeza... Saludos. Nomecreona
30-05-2007 EXCELENTE COMPAÑERA, TE RECREAS EN TU ESTILO ,LO QUE ES BUENO PARA TODOS. UN SALUDO CORDIAL marxtuein
29-05-2007 Qué humor destilas, mujer, del negro y del bueno. Además, siempre dando vueltas de tuerca, haciendo que no sólo mire con estrabismo sino también con tortícolis. Excelente. venicio
21-05-2007 muy buen cuento, los personajes muy bien delineados. marfunebrero
20-05-2007 Con todos los honores 5* RATADECARRETERA
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