I
Invades el aposento de siddharta.
Corrompes el ritual del humo, bebida, soledad
y le pides al extraño viento que sonría;
que acaricie tu hermoso rostro,
juegue con la silueta de tus ojos
y se llene con tu clemente aurora
haciéndote dueño del grito.
¡Ay! al alma concebida de esencia,
¡Oh! del sueño que no cesa de ser.
Tangible, tu cuerpo de oro,
jamás podría tocarle corrupción intencionada.
Eres lo que no soy, no serás así:
Etéreo, insoluble, encriptado…
Lleno de males que sufren regocijados;
absortos en el éxtasis de soledad.
Pero no tú, que exportas claridad, belleza y agudezas mil.
Tu transformación se ha cumplido,
eres la hermosa mariposa que la tímida oruga anhela no ser, ser.
II
Tu piel canela enriquece mis sentidos,
tus ojos son humanos llenos de ideas,
de pensamientos que transitan en la autopista de ensueño.
Tu esencia huele a la ternura más exótica y sensual,
la hermosa y perfecta boca que trasmite innumerables sentimientos;
el andar peculiar que te identifica me empuja a ti.
Quisiera…
Ser la malvada de tu camino puro y seducirte hasta mi cama.
Explorar lo recóndito y más intenso de ti.
Unir mi cuerpo al tuyo y no pertenecer a este.
Llenarme de la sabiduría que posees,
ser la dueña de tu secreto deseo.
Compartir el roce de nuestras almas.
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