"Volver a los diecisiete, despues de vivir un siglo es como descifrar signos sin ser sabio competente"
Ahí estamos, él y yo en el parque de mi niñez. Lo había planeado ya de tiempo y siempre se me cruzaba algo que lo impedía.
En la prehistoria, mi grupo de amigos quedó de acuerdo en que nos reuniríamos en el Parque España el primero de enero del año 2000 pasara lo que pasara y fuéramos quienes fuéramos . Nuestras mentes de aquella época nos imaginaban llegando al parque en autos voladores. Más tarde nos dimos cuenta de que no sería así. Era posible que estuviéramos en medio de una catástrofe de sistemas donde todas las computadoras se volvieran locas, pero si hoy en día no entiendo bien a esas máquinas, en aquel tiempo mucho menos, así que no me importó.
Era posible un ataque nuclear, o yo que sé, que México fuera un mejor País y que mi equipo de fútbol fuera al fin campeón, en fin cosas que no pasarán en muchos años.
Los cuates nos prometimos mil pendejadas durante muchos años pero esa en particular, sí la cumplimos. No solo nos vimos a la hora determinada con siglos de anticipación, sino que además decidimos sembrar un árbol.
Ahí estoy parado con mi hijo años después de haber cumplido la promesa, el árbol está de pie en medio de un parque muy maltratado y muy mal cuidado. Casi no queda nada de aquellos prados donde hice mis primeras hazañas deportivas, de hecho mi hijo se empieza a impacientar pues le cuesta trabajo decidir que va a hacer o dónde va jugar.
Le empiezo a platicar lo que significa el árbol y cómo lo plantamos y me ve muy serio, luego me sorraja una sonrisa y me dice que no puede ser ,que el tío Beni y el tío Dul ya se ven viejitos y que no se los imagina jóvenes, que lo estoy bromeando.
Poco a poco mi memoria mastica vivencias idas, experiencias de otros tiempos que parecen tan lejanas que me cuesta trabajo reflexionar sobre que yo fui quien las vivió.
Suena mi celular y oigo con calma y resignación una vocecilla que me dice: ¿Dónde están? yo ya acabé de hacer las compras con mi mamá y pensamos en comer juntos.
Contesto que estoy en la colonia Condesa y que el Sr. Emiliano ha tomado una de sus primeras decisiones de individuo independiente, que vamos a comer tacos en la Condesa y luego iremos a la librería del centro de cultura y luego al cine pero a la casa ya llegaremos como a eso de las nueve de la noche. Hay un silencio que me pareció de siglos, “está bien yo me quedo con mi mamá pero te quiero a las cinco de la tarde por que voy a llevar al señor a una fiesta de niños y tu te quedas en la casa, mi mamá me acompañará a la fiesta.
Cuelgo, respiro con calma y siento que Dios existe y no me olvida.
Me están gritando: “vamos , corre, alcánzame" y voy persiguiendo a mi novia Gaby del parque. Ella va en patines la muy chingona y yo corriendo varios metros detrás, eso dizque me ayudaba para jugar mejor en la selección del colegio México de fut.
Su pelo rebotaba de alegría en su cara chapeada y su camisa roja a rayas ya dejaba ver sus formas y su insinuante lunar en medio, casi exactamente en medio de un par de pechos muy erguidos.
Cómo olvidar sus ojos negros, grandes, muy expresivos y de brillo de metal. Ya se va quitando los patines y camina hacia mí con sus pantalones de mezclilla apretados, apretaditos, apretaditititos,
¡Hola! ¿ese güero es tu hijo? yo movía la cabeza nomás por moverla, ni hablar podía. Me acordé que fue la primera mujer que me dijo en las calles de Guadalajara, ahí en la Condesa: bésame. Y las funciones del cine Plaza hasta el último asiento” bésame, y ya no me toques , bésame”.
Nos veíamos a través de nuestras manos inquietas, nunca supimos de las películas,
Te acompañaba a comprar el pan a la panadería Sonora y tu te reías siempre, ¿De que tanto te reías alma mía?
Hace años que no te veo y me parece que ayer nos dijimos adiós y nos dimos un último beso en el parque. Te corrí de la habitación del hospital, después de aquel accidente que casi me cuesta la vida y tú, vida, ya no estabas conmigo.
Me cuentas que lloraste mucho, te lo agradezco, y fuiste a mi casa a ayudar a mi madre a darme de comer por la sonda gástrica. Gracias mi alma, pero también te corrí de mi casa .
Es que no te entendía y ahora no me importaría entenderte y veo tu pelo jugar con el viento.
Se me cruzan las palabras que te contesto con los pensamientos de mi memoria confusa.
Estás abrazando a mi hijo cada vez que baja de la resbaladilla y esos cariños nunca los tuviste conmigo.
Estamos corriendo en el parque tomados de la mano y del corazón, éramos tan felices y tan despreocupados hasta que un día me ganó tu edad y te me separaste de la carrera y ahora me permites alcanzarte en un momento que tu escogiste y que me prestas poquito.
Te sigo besando en las calles de la Condesa, cerca del parque, te estás poniendo tus patines, me recuerdas una noche donde acostados nos dimos amor hasta cansarnos en el piso de un Renault ocho, y como le ibas a pedir permiso a mi papá para que me dejara ir a las fiestas contigo y que dizque tu hermana nos iba a cuidar.
Me dices que mi hijo se parece a mi pero que él esta menos peor, gracias mi alma,
Te vas patinando entre la luna y el parque. Si me dejaste verte el lunar, gracias mi alma.
Emiliano, mi chavo me está jalando la mano por que quiere un Boing de mango y ya estamos caminando rumbo a mi coche. Les decimos adiós al árbol de los amigos y le digo que se despida de Gaby.
Me contesta que ya se despidió y que le dijo que ella siempre piensa en mí y en él, me platica que ya la conocía, que luego le platica cosas y que la próxima vez que vayamos al parque, ella le va a enseñar a patinar . También me cuenta que de repente lo deja ver su lunar.
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