Estábamos aproximadamente alrededor de las siete de la noche, caminando sobre las calles empapadas por las extrañas lluvias de la temporada defeña*…andando para alcanzar la explanada principal, paraguas alrededor, lluvia alrededor, demasiada gente caminando bajo la lluvia alrededor, huyendo y escondiéndose de las diminutas, de las cientos y miles de agua por doquier… pasos fijos y rápidos para alcanzar un buen lugar frente al escenario.
Cómodamente parado bajo la lluvia, en compañía de una leve multitud ciscada por el clima, un inusual aire fresco se respiraba, un micrófono anunciaba que la espera se alargaría hasta quince minutos después de las ocho de la noche…las gotas iban y regresaban constantemente en la hora de espera, en cada soplo de agua, las voces vendederas ofrecían capas plásticas a cinco pesos…los paraguas se abrían y cerraban, para volverse abrir nuevamente…y allá estábamos una ligera multitud de gente, calentando manos, vocalizando gargantas, expectantes…esta no sería una sorpresa cualquiera.
Escenario grande, con el logotipo del grupo vacilando con el viento…y después las veinte con veinte minutos y aparecieron ellos y ella subiendo una pequeña escalera, los gritos de una multitud ahora más amplia se desbordaban, aplausos y gritos, más aplausos, más aplausos, más aplausos para ellos que son unos maestros y para ella que es una belleza vocal y física, y que llegaron para presentarnos “UN AMOR INFINITO”, sí, allá sobre el escenario estaba Teresa Salgueiro, Pedro Ayres, Fernando Judice, José Peixoto y Carlos María Trindade, cantándole con amor y respeto a Lisboa…la música, las interpretaciones, la voz, los acordes, su hermosura y la presencia de las guitarras clásica, españolas y del sintetizador, dejaban oír una buena producción y un sentimiento de amor por un lugar querido y añorado, muy buenas interpretaciones…. Las luces contrastaban con los viejos edificios del centro capitalino, dándoles un tinte nostálgico y resaltando los detalles de la arquitectura de catedral y edificios contiguos al zócalo, colores diversos bañando fachadas y entre rola y rola más aplausos y peticiones de ciertas canciones…. Me atrevo a escribir que Madredeus tiene en Teresa Salgueiro un noventa por ciento del grupo; el cual dividiría en un treinta entre su presencia, su sensualidad y su belleza, y el restante en un sesenta por ciento en su voz excelente…el diez por ciento restante del grupo lo implementan las letras y la música que componen e interpretan los cuatro maestros del grupo, desafortunadamente sólo la voz y la presencia, la sensualidad y la belleza de Teresa Salgueiro, no llenarían tanto el escenario, ni arrancarían tantos alaridos y palmadas sin el talento de estos tipos y sus aparatos musicales.
Unos globos detrás del tinglado se mezclan con el mundo de imágenes que pululan con la música de Madredeus…más de quince melodías acompañan la velada hasta ese momento y el exquisito manjar de música que han puesto sobre el mantel de cemento capitalino esta por concluir…algunas interpretaciones más y llega a su fin el festín, se levantan, cogen sus guitarras, les entregan un reconocimiento (gritos y aplausos) y se enfilan rumbo a las pequeña escalera….No queríamos que se marcharán, les aplaudíamos, gritamos nombres de sus canciones, más aplausos, más y más de una turba de gente hipnotizada por las letras, la música y las añoranzas…inmediatamente comentan algo entre si, vuelven a sus asientos para interpretar “O paraíso”, los gritos y aplausos crecieron al doscientos por cien....Mi cerebro comenzó ha difundir emociones añejas, emociones que enchinaban la piel, con la segunda rola, “O Sonho o Vem” cabalgue rumbo a los recuerdos de la casa de Mulsay, por momentos saboreé en mi mente cerveza y las buenas charlas de fin de semana…imagen tras imagen, los recuerdos con Alejandra, las frases de un Harbano y las filosofías del Falso Mesías. Da fin la música y de nuevo se levantan y se marchan para bajar ahora sí por la pequeña escalera, ¡pero no!, siguieron los aplausos y más aplausos y más aullidos, durante poco más de cinco minutos continuaron, los mismos cinco que ella y ellos tardaron en cruzar la pequeña escalera para posarse nuevamente en sus asientos, los gritos y aplausos continuaron mientras ella decía “molto oprigado” -que linda voz, que linda mujer-…acto seguido, ¡¡¡“Oxalá”!!!, mi éxtasis estaba por alcanzar lo más alto en mi ser y las sensaciones en el cuerpo cimbraron cada centímetro en mi piel, la voz aun más hermosa, los recuerdos aun más hermosos y mis nublados ojos con un líquido que no era precisamente de la lluvia me guiaron a caminar sobre las calles de una ciudad blanca…. Y volé, volé a la casa de Mulsay y de allá, a la casa de la 42, y en los bolsillos aferradas fotografías de la Negra, del Harbano y del buen Rulix…con la siguiente rola llegué al termino de mi placentero éxtasis, sabia que Madredeus se iría en unos minutos y que ya no regresarían al escenario mas….No sólo fue una experiencia más. ¡No!, esta fue mística y perfecta, sensual y de memorias cálidas que compartí con mis entrañables compañeros del corazón, juntos con la excelente voz de Teresa Salgueiro, las guitarras y sintetizador de Pedro Ayres, Fernando Judice, José Peixoto y Carlos María Trindade…sencillamente fue un orgasmo de un poco más de dos horas que quise compartir con mis queridos Karín Mijangos, Raúl Peraza y Ale Páez.
Oxalá, me passe a dôr de cabeça, oxalá
Oxalá, o passo não me esmoreça;
Oxalá, o Carnaval aconteça, oxalá,
Oxalá, o povo nonca se esqueça;
Oxalá, eu não ande sem cuidado,
Oxalá eu não passe um mau bocado;
Oxalá, eu não faça tudo à pressa,
Oxalá, meu Futuro aconteça
Oxalá, que a vida me corra bem, oxalá
Oxalá, que a tua vida também;
Oxalá, o Carnaval aconteça, oxalá
Oxalá, o povo nunca se esqueça;
Oxalá, o tempo passe, hora a hora,
Oxalá, que ninguém se vá embora,
Oxalá, se aproxime o Carnaval,
Oxalá, tudo corra, men
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