Llueve.
Agitada el agua golpea el patio,
rencorosa rezonga con voz oscura y frenético fervor.
Algo está furioso, el tiempo
ese afuera, el aire,
lo que sea está tremendamente furioso conmigo
con mi patio y mi casa
algo pasa en el trémulo universo de mis ojos que no comprendo
Escucho
una y otra vez los rugidos se suceden,
alaridos de ultra tumba,
vientos empacados se enredan sobre las ramas
sobre los nardos y el molino
sin retacear destrucción, sin miramiento alguno
y más agua y más y más...
Y más bélica y violenta se descarga sobre nosotros
sobre las tejas
sobre los ojos, los brazos y el patio
hasta sobre el alma que se nos está ahogando por tanta impiedad
No tengo miedo,
lástima, tristeza quizás
tanto alboroto
tanta energía lanzada sin compasión
tanto ahínco para nada
Pánico, terror quiere de mi?
la muerte, que suplique?
me castiga, castiga mi casa, mis árboles, mis perros, mis gatos?
acaso quiere que cambie, que deje de ser quien soy?
no! no hay súplica ni pánico ni terror ni cambio
nada puedo cambiar ni en mi ni en la tormenta
ella es atroz y yo quien soy
Nada puedo hacer
debo seguir mi sombra,
dejar atrás hecatombes y este loco cosmos enardecido
y a esos dioses sin súplicas
esos que tan enojados se los ve y me padecen
Seguir
seguir este Abril como se sigue la palabra
como otro capítulo de esta novela barata
como la línea entumecida del destino
despojándome, tal vez, de esta piel sucia, manchada de grises historias
como poeta al que perturbe su huesa y siguió
como aves que aguantaron la metralla del fusil
como sencillo escriba (que creo ser)
como decidor de pájaros y otros importantes menesteres
como el que soy
Seguir, te decía
simplemente seguir atravesando las tormentas hasta llegar al claro
donde pueda ver
ver nuevamente, quizás algún día, tus ojos calmos
tus dientes blancos publicando una sonrisa
tu piel trigueña oliendo a poleo, albaca y sal
cerca, más cerca, nada más
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