Hoy ponéte la mejor camisa, el jean nuevo y los zapatos relucientes. Alza la frente, saluda el día, mirate en el espejo y sentíte único. Tenés que oír cada latido de tu corazón. Recordálos alegres, cantando. Sentilos con orgullo, anidálos en tu alma. No olvides que dieron todo lo que tenían, su propia vida, su esencia, su ser. Hubo un tiempo en que las gargantas se unieron, gritaron muy fuerte y lograron hacer temblar el castillo de cristal en el que se refugiaron los aprovechadores de siempre.

No tengas miedo. Sentíte fuerte. La historia los alberga a todos juntos, como en los viejos tiempos. Cada centímetro de tierra todavía contiene su huella. La risa cínica de sus criminales no pudo con ellos, están mas presentes que nunca.

Ahora si, salí afuera y cantale a la primavera, mancha tus manos con pinturas de colores. Escribí sus nombres y dedicales tu mejor poema. Ellos lo hubieran hecho por vos, por todos nosotros.

No lo olvides, somos la sangre de aquellos compañeros ya derramada que el pueblo no ha olvidado, libres o muertos pero jamás esclavos.*

No te sientas triste, palpita su presencia, querelos y comprende su ejemplo. Mientras lo hagas, te lo aseguro, nadie vendrá a sorprenderlos en la noche y cada rincón testigo de sus desgarros será bendecido con la luz de cada aurora.

Miralos renacer en cada pibe, ahí están los compañeros, en la sonrisa pura y cristalina, en la rebeldía de quienes se niegan a vivir en medio de la injusticia, revivilos en cada discusión, en cada acto de justicia cotidiana. Acepta su mandato, honralos aunque te quede el corazón hecho jirones.
Con Memoria no hay olvido. Sin olvido no hay perdón.