De pie frente al lago,
frente al reflejo,
observando las gotas que caen,
que golpean,
que suenan y dan vida a lo otro,
que lo conocen,
lo hacen onda,
onda que se expande,
que se pierde
Tú, detrás de mi en el reflejo
te aproximas,
quebrando el cristal que nos separa,
permitiéndome tocar
es frágil la frontera,
la posibilidad de avanzar
o permanecer inmóvil con tu presencia,
permitiéndome sonreír,
también llorar,
permitiéndome ser contigo
Cuando encuentro el cristal roto,
puedo pasar,
dar un paso hacia ti,
y encontrarme observándote
y hablándote con mis manos,
dejando de buscar la palabra que diga,
y sin evitar la molestia de la que se repite,
sin decir,
sin de alguna manera,
sin es decir,
sin en medio de todo,
sin eso que nada dice de tanto decirse
te digo cuando mi cuerpo suena al tocar tu piel,
al tocarte mas que la piel,
tus ondas que tiemblan
y me golpean una tras otra,
un golpe que se disfruta,
que abre los poros,
que hace sangrar sensaciones,
va desprendiendo la corteza,
y encontrándote en cada esquina desconocida,
frente a ti misma,
aquí me encuentras desprevenida observando,
observándote
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