Son las cinco de la tarde de un frío día de Invierno; comienza a oscurecer y junto con el manto negro que cubrirá la ciudad, comienzan a caer grandes y alegre copos de nieve. Sentada al borde de la ventana de nuestra cocina comedor, me entretengo viendo como la calle se va vistiendo de blanco; imagino que cada copito tiene vida propia y por lo tanto se disputan la llegada a la tierra, mientras ésto sucede pienso como será la vida en la capital. Mi padre nos ha anunciado que nos trasladaremos a vivir a Santiago. ¿me pregunto como será habitar en esa ciudad que me parece tan lejana? Trato de imaginar mi nuevo Liceo, mis nuevas compañeras y profesores:Me pregunto si me acostumbraré a comenzar a un nuevo camino tan lejos de ésta ciudad tan querida, en donde están mis raíces.
El ruido de la llave en la puerta me saca bruscamente de mis pensamientos; es mi padre que vuelve del trabajo...nos reúne y nos dice que la fecha del viaje será en Enero, que pasaremos las fiestas de fin de año aquí. Respiro profundo y sigo sumida en mis pensamientos de niña adolescente y me dispongo mentalmente a ir al encuentro de una nueva vida.Creo que no será fácil, tendré que dejar atrás muchas cosas queridas: mis parientes mis amigas y amigos, mis compañeras de colegio, la ciudad que me cobija desde que nací y en la cual me siento tan segura....atrás quedará la nieve del Invierno y el viento del Verano, las calles que me han visto crecer, el cerro de la Cruz con su mirador, mi primer veso furtivo, mi primer pololeo adolescente.
Un atardecer caluroso e iluminado nos recibe, la ciudad me parece muy grande...es todo tan diferente!...La gente camina de prisa, sumidos en su propia historia, el calor me ahoga, la ciudad me aplasta.
El tiempo pasa rápidamente y tendré que enfrentarme a mi primer día de clases en mi nuevo Liceo.
El día esperado ha llegado con mucha inquietud y desasociego, el recibimiento es impersonal y distante, mis compañeras son poco cálidas y me choca su apabullante personalidad...claro en provincia somos más intrtovertidos, pero creo que tendré que adaptarme para poder sobrevivir en éste nuevo entorno que me llega caótico.
De esos días de incertidumbre han pasado muchos años y hoy soy una más de ésta capital que a ratos me parece hermosa.
Mis recuerdos infantiles y adolescentes permanecen intactos en mi memoria como un de los tantos tesoros que en ella viven.