COMPAÑÍA I
Los jóvenes entran y se sientan juntos. El tren va más rápido que de costumbre debido a la tardanza que éste lleva en relación con los horarios oficiales. Los asientos están un poco deteriorados y las paredes escritas con varias estupideces. También hay en el vagón una mujer que aparenta volver de trabajar y un policía de una edad bastante avanzada. Es de noche y el aire se envicia con el humo del cigarrillo que los dos jóvenes fuman; un cigarrillo que no debería estar prendido ya que se prohíbe fumar en el tren, pero a nadie de los demás pasajeros parece importarle. Raramente cuando hay mucho espacio en los vagones las personas se sientan juntas, mejor dicho nunca sucede. Siempre prefieren estar separados uno del otro, como si pudieran ocupar todo el espacio que se dejan. Quizá sea para mantener una intimidad y una privacidad, pero estos dos términos son absurdos en un transporte público. Los jóvenes son la excepción, es más la chica se sienta encima de una de las piernas del joven y comienza a besarlo. Mientras la chica lo besa el joven observa el paisaje. Nota que los árboles disminuyen a medida que el tren se acerca más al centro. Observa la transición de la miseria, de las casas bajas, de los barrios pobres a los lujos, las casas elaboradas, los barrios repletos de sueños burgueses. La joven lo empieza a tocar de una manera más abrupta, el joven comienza a excitarse, pero en su cara se nota algo extraño, parecería ser que esta excitación tiene algo distinto a las demás. Entonces su cara se envuelve en un aspecto de excitante incógnita. Sus labios se separan, su seño se frunce (como cuando alguien se pregunta algo o siente algo extraño) y su respiración se hace más constate y forzada. La chica también comienza a respirar más profundo. Él toca sus senos, ella lo besa aun más. Pasa su mano por encima del pantalón del joven, quien empieza a tocar los senos con más fuerza. Los demás pasajeros no observan la situación, ya que miran el paisaje de manera cansada o aburrida, esos paisajes que conocen de memoria y que de manera rutinaria ven. El policía es el primero en darse cuenta de la acción de los dos jóvenes. De manera rápida vuelve la vista a la ventana, pero sigue viendo de reojo la situación. Su cara parecería ser la de alguien enojado, pero la notable erección en su entrepierna demuestra lo contrario, rápidamente se tapa con la gorra que trae entre las manos y observa cada vez más. Los jóvenes se excitan aun más. La joven ya ha metido su mano dentro del pantalón del joven; mientras éste introduce su mano por debajo de la remera de la chica. Aprieta sus senos con fuerza. Ella gime en el oído del chico, quien sigue en la incógnita de su raro éxtasis. La mujer que estaba sentada en otro asiento se gira y observa la situación. Pone cara de sorprendida y mira fijamente. Su lengua vaga sobre sus labios y su mano comienza a encariñarse con su entrepierna. La respiración de ella también es más fuerte y constante. De a ratos se frena, no quiere que su motivación exceda los límites del exhibicionismo. El policía también observa a la mujer además de los dos jóvenes. El aire ya no sólo se ha enviciado del humo del cigarrillo, sino también de los aromas que sus cuerpos despiden envueltos en sexo. El joven deja de mirar a la chica y vuelva la cara a la ventanilla. Su rostro sigue con los labios abiertos y el seño fruncido. Parece darse cuenta de que no hay respuesta a su estado de placer extremo. Se entrega de manera completa a la chica quien muerde su labio y lo repasa con la lengua. No puede evitarlo y vuelve a hacerse la misma pregunta. Mira la ventanilla y decide ver al lado contrario. Gira su rostro hacia mí y descubre que la excitación extra que sentía era producto de la acción minimalista de mi mano sobre su pierna. Fin del trayecto.
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