Un texto más (Prosa)
Solo en la niebla mis ojos mueren sin luz, picados por la abeja
lloro lamentando mi destino,
mientras camino sin rumbo por el inmenso llano azul.
Mi pecho se inclina sobre la faz de la luna, y cae mi corbata
enredada en los pliegues de su luz,
mi voz vuela sin sonido, anidada en tu cruz, y estorbo
tu aleteo, el piano de cola ancha desata un quejido de sus cuerdas,
que oscurece de dolor al sol. El viento manso ronronea febril sobre mi piel, dejando su telaraña imaginaria de niebla.
Y la hermosa luz del mediodía palidece de frío.
Donde partió el primer encuentro de ayer, de hoy, de siempre
donde quedo la noche que titilaba feliz.
Si el pasado se oculto en un círculo sin fondo, lleno de grumo
pegajoso, y su brebaje fluye impreciso por la vertiente
de la vida, que gira sin frenos en un sin fin de imprecisiones.
Como emerger sin cubrir de tierra y lodo el fenómeno mundo fragmentado.
Este presente se extravió en la rueda del ayer,
y hoy, está pendiendo el tiempo que ya fue marcado
en la retina del universo, como un giro más de la rueda.
Llegara el sonido del oscuro recinto donde yacen
aquellas abejas que nunca regresaron a su panal de amor.
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