Un instante de otoño...Un instante vivido en el paseo matutino por las calles, cuando aun estan vacias...

La luz se cruza con las verdes mareas, que hoy marchitas descansan en el piso. Se envuelve el aire del misterioso e íntimo instante, que hay cuando cae cada hoja. Las pisadas se suavizan y las siluetas se enmarcan de hálitos azulosos. Las nubes corren veloces hasta alcanzar mis pasos, que juguetean con la brisa y los recuerdos. Esqueletos de árboles muestran al desnudo, su alma y su vida, las cicatrices prueba de su vergüenza. Mágicos seres atrapados en el concreto, subyugados a los sueños y frases ajenas.

El soplo delicado del sol, invita a ir por otras veredas, a adentrarse en la mente. El rocío aún fresco, los pasos que aún no quieren acabar, todo se une para hacer recuerdos, para oír la canción más dulce y subliminal. El canto de las moribundas hojas, de los asustados zorzales, de la violenta y dulce brisa, del entumido sol; el repetitivo toc de mis tacones y los sonidos de telas volando.

La respiración se inunda de húmedos aromas, los ojos se asombran por las danzantes figuras. Me siento empequeñecida ante tanta magnificencia, que bañada en melancolía, me obliga a suspirar. Contemplo mil cuadros, que de ser pintora los retrataría uno a uno; contemplo uno, quizás el más bello y reiterativo. La vida de una sola hoja, que se repite en la eterna estación del instante.

Cae una, caen dos, caen cien... “Una hoja de otoño entre las ramas, un silencio oculto en la brisa. Ausencia de sonrisas, de soles y de mañanas. Colgando desde los sagrados dedos, espera a caer, horas contadas buscando perderse. La bruma y el aire fresco la mecen, una hoja que esta por perecer. Ya seca y vieja, aún se sostiene. Un viento violento sin querer la deja en el piso inerte; ya ningún ojo la podrá ver...” Cae una, caen dos, caen cien...



*nota: lo entre comillas es un poema mio (Hoja de Otoño) que volvio a mi cabeza durante el paseo.