Hoy por la mañana, después de leer tu mail, cerré los ojos, y eché a volar mi imaginación. Me visualicé como un experto programador en computadoras, de esos que llaman jackers, no sé cómo se escribe y no me importa porque he visto varias versiones, lo cual quiere decir que cada quien lo pone como le da la gana. Bueno, pues me vi sentado en una cómoda silla y frente a la más supermoderna computadora, ¿mi misión? Crear un programa que rastree tus actividades, ya sabes: a qué hora vas por el pan, en qué momento revisas tu correo, y sobre todo, a qué hora entras al chat,,,etc.,
Ya sé lo que estás pensando, que eso es inmoral, poco ético y que si yo me atreviera a algo así jamás me volverías a hablar, ¿cierto? Bien, pues eso mismo pensé dentro de mi cuento y, cuando ya estaba a punto de lograrlo, destruí el programa para hacer uno sencillo: Desde entonces sólo quiero saber cuándo es que tu lunetita es verde. Sí, sólo me importa entrar en el momento en que estés sola con tu soledad para juntarla con la mía y mandarlas a volar un rato y dedicarme a estar contigo.
Pero, ¿qué crees que pasó? Pues nada que al borrar las rutinas del primer programa, borré los procedimientos para detectar tu entrada a Gi. Pasaron las horas y mi cuello ya no lo podía sostener, me dolía toda la espalda, y sobre todo, mi rodilla que está más maltrecha que la ciudad de Hiroshima después del desmadre de la atómica.
Todo era tedio y cansancio, pero no estaba dispuesto a renunciar a mi meta de encontrarte sola frente al monitor. De secuestrarte por una noche para beber café, para hablar y hablar de tantas cosas. Para esa hora mi emoción era enorme. En mi mente pasaban escenas de todo tipo, y me hacía preguntas, las preguntas tontas que se hacen todos los enamorados que a pesar de rebasar los cincuenta les sudan las manos como adolescentes y se les “lengua la traba”: ¿Qué estás haciendo? ¿No tienes sueño? ¿Qué comiste hoy? Jajajaja ¡ya sabes!!!!
No imagino cómo me recibirías; seguramente con un abrazo. Pero nuestro abrazo tendría que ser un abrazo de político, de diputado o algo así. De esos que duran sólo dos segundos, los dos segundos que tardan en dar un par de palmaditas en la espalda, De esos que uno echa las nalgas hacia atrás para no tener "mucho contacto".
Y no es que no quiera tener mucho contacto contigo, no, al contrario. Pero, de no ser así, tendría que permanecer con mis manos en tu espalda; y mis manos, inquietas, recorrerían cada vértebra, cada costilla, cada punto sensible de tu piel. Tu pecho se presionaría contra el mío y nuestros corazones lucharían por ver quién golpea más fuerte al otro. Mi mejilla rozaría la tuya, y mis labios, se posarían muy cerca de tus oído, y rozándolo muy despacito te dirían: te amo. De mis labios escaparía una cascada de besos sobre tu cuello, muchos, miles de ellos rodarían por tu espalda para formar un cinturón que adorne de tu cintura. Inevitablemente mis labios se fundirían con los tuyos. Nuestras ropas... nuestras ropas desaparecerían rasgando nuestra piel con los zipers y... y terminaríamos haciéndonos el amor; que es lo que tanto deseamos y a la vez tratamos de evitar.
Regreso a la realidad. Mi vista es borrosa, de aspecto vidrioso, todas las luces de mi alrededor parecen constelaciones. Limpio los cristales de mis lentes para mejorar la vista: es inútil, no son los cristales, son mis ojos.
La madrugada avanza y la frustración y el cansancio hacen presa de mí. El maldito programa no progresa y se desvanece la posibilidad de encontrarte en el chat.
Escucho una voz detrás de mí que me dice:
--¡¿Y por qué no le preguntas, IMBECIL?!!!
--¿Qué? --es lo único que alcanzo a responder.
--¡Qué por qué no le escribes un mail y le preguntas a qué hora entra al chat para encontrarte con ella, ¿no crees que es más fácil, zopenco? !!!
(Nota aclaratoria: en donde se pronuncie la palabra “Gi” y la expresión "lunetita verde" en el texto, se refiere al chat de Gmail.)
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